El alza del costo de la vida agudiza el ingenio del pueblo mientras el Gobierno, en vez de estar preocupado de la delincuencia y economía, está enfocado en realizar campaña por una de las opciones del plebiscito.

Recuerdo que cuando era niño y nos encontrábamos en plena crisis asiática, mi padre -que en ese momento no tenía un trabajo estable- buscaba donde fuera para asegurarse de que mi mamá, mis hermanos y yo tuviéramos comida. Incluso nos llevaba a las degustaciones de los supermercados, con tal de que no pasáramos hambre.

Imagino que la misma desesperación que vivieron mis padres en ese entonces, la deben sentir muchas madres y padres de familia en estos momentos, en que la alta inflación y el alto precio del dólar hacen que sus salarios se vayan como agua entre los dedos, y quizás deben bicicletear con la tarjeta de crédito todos los meses para comprar algo tan básico como los alimentos.

También en estos tiempos es cuando más se notan aquellas dueñas de casa que son ordenadas, austeras y hacen un buen uso de los recursos, y que -sin saberlo- por su práctica tienen conocimientos de principios de política económica de los que tanto evidencia carecer el Gobierno.

Aunque el Banco Central hubiese intervenido el dólar, éste sigue estando en un valor alto debido a la incertidumbre del país, que le agrega sobre $150 a $200 del monto en que se encuentra. Y aunque el ministro de Economía insista en que el dólar no nos afecta, esto no es cierto, ya que el 70% de la canasta básica es importada. Por este motivo no es algo menor el hecho de que el bono invierno vaya a causar más inflación, porque este “impuesto a los pobres” hará que quienes tengan menos terminen más afectados.

Hace un par de años -cuando existía un sistema más estable- era común que uno escuchara el día de las elecciones esta frase: “Da lo mismo quien salga, porque mañana me tengo que levantar a trabajar igual”. No obstante, creo que todos nos hemos dado cuenta de que sí importa quién gobierna y la forma en que las políticas económicas de un gobierno sí terminan repercutiendo en cada una de las personas.

En estos meses, donde tenemos un presidente que está en campaña con la mirada puesta en el plebiscito, son muchas las personas que se acostarán a dormir cada día con la preocupación de no saber si tendrán o no alimento para sus familias, de no saber si seguirán teniendo trabajo y de no saber si sus hijos llegarán sanos y salvos a la casa. Esto último, porque la delincuencia está desatada: hay sectores donde las balaceras son el pan de cada día y de acuerdo a cifras dadas a conocer por BioBioChile, al 26 de junio se han registrado 413 homicidios en nuestro país.

Y en medio de este panorama, el presidente Boric está preocupado de hacer campaña por una de las opciones del plebiscito e impulsando medidas que tienen nerviosos a quienes ponen el capital para dar trabajo y aportar al crecimiento del país, acompañado de un grupo de jóvenes de edad cercana a la mía, que están decididos a experimentar con todos nosotros sus teorías, como el subsecretario Ahumada, quien pese a que los TLC han permito a que todos tengamos acceso a los productos del mundo a buen precio, por ego personal y en modo práctica quiere hacer lo contrario.

¿Le gustaría a usted pagar el doble o triple por un televisor, celular u auto?, o ¿tener uno de menor calidad?, sin TLC es eso lo que pasaría. Además, de impedir que nuestros productos puedan venderse al resto del mundo.

Con el paso de los años -y ahora ya siendo profesional- he sabido valorar los esfuerzos de mis padres para que no nos faltara nada. Y así como para mis padres su prioridad éramos nosotros, sus hijos, para quien gobierna la prioridad debe ser el bienestar de toda la población, aunque eso implique dejar de lado su ideología y sus ambiciones personales. Estimado presidente Boric, su preocupación en este momento deben ser las mismas de las chilenas y chilenos: garantizar la alimentación y detener la delincuencia. Recuerde que el puma no se entretiene en cazar moscas, sino que se preocupa por sus crías

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