Le piden a la señora Juanita que no use su tarjeta de crédito -con la que compra alimentos- porque será más caro, pero aumentan el gasto público -que también perjudica a la señora Juanita- en vez de ahorrar en los altos de sus funcionarios y otros gastos innecesarios que tú y yo costeamos ¿Te parece bonito?

La semana pasada el ministro Marcel llamó a los chilenos y chilenas a no usar tarjetas de crédito, debido a que, por las altas tasas de interés, endeudarse resultaría más caro. Lamentablemente, para muchas familias el endeudamiento es una de las formas para poder llegar a fin de mes, pues el crédito no lo utilizan para lujos, sino que para comprar alimentos.

Más allá de ir en ayuda de las familias en los próximos meses mediante un plan de ayuda de focalización, el Gobierno debería disminuir el gasto público, pues el no hacerlo afecta a cada una de las personas. Sin embargo, contrario a esto ha anunciado que hará crecer el gasto público entre un 4% y 5%

En primer lugar, para que el gasto de un gobierno no sea inflacionario y repercuta en su población -como sí ha ocurrido en los últimos meses- este debe ser a lo menos igual que el crecimiento económico. Es decir, si se crece un 5%, el Fisco puede gastar 5% más sin generar un daño, estando alineados ambos.

Para el 2023 eso no se está cumpliendo, ya que las proyecciones de crecimiento para el próximo año son de -1% y 0%, haciendo crecer el gasto público de 4 a 5 veces más de lo que creceremos ¿Cómo financiarán ese gasto? Al no existir la capacidad de recaudar esa cantidad vía impuestos, se deberá recurrir a deuda, la que habrá que pagar a futuro, para lo que el Fisco nos meterá la mano en el bolsillo.

El Gobierno, al contrario de las personas, tiene la posibilidad de ahorrar, pues existen muchos gastos de representación, personal, vehículos, viajes, etc. Pero una vez más en muestra de desconexión y rompiendo una promesa de campaña, pudimos conocer que existen asesores de ministerios con sueldos 10 veces superiores al sueldo mínimo y en algunos casos sobre 15.

Lo más preocupante es que perderemos la posibilidad de elegir qué hacer con nuestros fondos previsionales y se quiere establecer un sistema donde cada peso de nuestras cotizaciones previsionales ya no vaya a una cuenta individual, sino que, a un fondo común, que será en la práctica un impuesto al trabajo, que si bien se sacará de nuestro sueldo, este no quedará a nuestro nombre. Es más, aumentaremos la carga tributaria de las personas. ¿Queremos entregar nuestros fondos previsionales a quienes no pueden ni siquiera administrar lo que le entregamos por impuestos?

Finalmente, estamos ad portas de una discusión de Reforma Tributaria que sí o sí repercutirá en una nueva alza del costo de la vida y cuya recaudación irá también en aumentar la cantidad de funcionarios públicos. ¿No creen que ya es tiempo de que pidamos que, si entregamos recursos al Estado, la calidad de los servicios mejore?

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