El dolor crónico no oncológico está inserto en un mundo de desinformación, principalmente al no ser considerado como una enfermedad por gran parte de la ciudadanía y autoridades de nuestro país. Y, en medio de la crisis sanitaria provocada por el covid–19, esta situación se agrava aún más en un contexto desalentador si no es atendida con celeridad.

De acuerdo con datos del Ministerio de Salud (Minsal) al 31 de marzo de 2021, más de 47 mil personas tenían una Garantía de Oportunidad GES retrasada. Considerando ese total, la segunda causa de lista de espera a nivel nacional correspondía a una patología del área traumatológica asociada al dolor crónico no oncológico. ¿Su consecuencia? Además de presentar un desafío de gran envergadura para la cobertura GES respecto a la enfermedad, también lo simboliza para el sistema productivo del país, impulsando la necesidad de la implementación de nuevas políticas públicas.

En Chile, el porcentaje de población adulta que presenta dolor crónico no oncológico alcanza un 32%, según cifras de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED), número que irá en aumento producto de los pacientes post covid. Ante esto, resulta ser una realidad palpable el aumento de enfermos en lista de espera, quienes no están siendo evaluados ni controlados, lo que les ha generado una involución en sus respectivos tratamientos. Si bien, como especialistas, hemos propiciado los controles y la mantención de las terapias farmacológicas de nuestros pacientes -por medio de la telemedicina- es un hecho que a raíz de la crisis sanitaria debimos dar prioridad a la atención presencial de los cuadros agudos y de crisis de dolor.

Ante la mejora de los indicadores sanitarios y el reciente anuncio del Minsal de retomar controles y cirugías, la proyección puede mejorar. La crisis sanitaria nos ha dejado diversos aprendizajes y hoy nuestra tarea es avanzar en enfrentar los próximos desafíos relacionados al dolor crónico no oncológico. ¿Cómo lograrlo? Sin duda, es una de las preguntas que debe ser abordada con carácter prioritario por la sociedad civil y las autoridades pertinentes, para no vernos enfrentados a lo que podría convertirse en una segunda pandemia.

Dra. María Lorena Oyanadel y Dra. Delia Ruiz
Directoras de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED)

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