Regiones y comunas deben transformarse en un espacio real de desarrollo ciudadano, económico, social y ambiental. Hablar de internacionalizar los territorios es entregarles una herramienta para avanzar en temas estratégicos, como la protección del medio ambiente, promoción de exportaciones, cultura, turismo, entre otras. Su progreso depende de su capacidad de insertarse en un concierto internacional complejo pero lleno de oportunidades.

La política exterior chilena no ha incorporado decididamente las distintas voces territoriales, relegando a un segundo plano necesidades, intereses y propuestas, limitando el desarrollo territorial y desaprovechando la riqueza en experiencias e intercambios. Han prevalecido lógicas inspiradas en la seguridad nacional y comercio selectivo que presta atención principal a grandes sectores económicos y no a pequeñas economías locales.

La falta de una visión integradora de intereses y necesidades territoriales ha producido una fuerte heterogeneidad respecto de su quehacer internacional. Las Unidades Regionales de Asuntos Internacionales no están en todas las regiones al tiempo que la gran mayoría de las ciudades no tienen funcionarios capacitados y dedicados a desarrollar acciones internacionales. Esto es alarmante debido a que una forma de aminorar el aislamiento de muchas comunas, sobre todo rurales y fronterizas, es a través de estrategias de internacionalización. Sin embargo, son esas comunas las que no cuentan con planes, personal y recursos necesarios.

La institucionalidad es débil e informal lo que limita la potencialidad para generar espacios de gobernanza entre los actores públicos, empresariales, sindicales, sociales y académicos en el marco de una estrategia que impulse el desarrollo. Esto produce acciones internacionales dispersas, dispares e irregulares en el tiempo, con mala optimización de recursos, deficiente rendición de cuentas, desconocimiento y mala percepción de la opinión pública.

Es necesario trabajar para que la política exterior incorpore necesidades e intereses de todos sus habitantes, y así abordar de mejor manera los desafíos para un desarrollo territorial equitativo y sostenible. Debemos abrazar la diversidad de Chile, y los gobiernos territoriales requieren contar con instrumentos de planificación y ejecución en materia internacional, enmarcados en un diseño institucional acorde, con visión integradora y buenas prácticas.

Estamos trabajando con un diagnóstico claro de la realidad que se vive en las comunas y regiones, lo cual se traduce en un programa de gobierno factible y descentralizado, que potencie la riqueza que la diversidad regional aporta a Chile. Potenciar las regiones no implica romper lo que nos une como país, significa superar esa visión y avanzar hacia un Chile moderno, global y ciudadano.

Paula Narváez
Paulina Astroza
Juan Gabriel Valdés

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile