La descentralización es piedra angular en la construcción de un nuevo modelo de desarrollo. La elección de Gobernadores Regionales va precisamente en esa dirección, pero será tan sólo el comienzo. El nivel central, regional, municipios y sociedad civil deberán trabajar coordinadamente en este propósito, siendo la paradiplomacia parte constitutiva de este mandato.
La internacionalización de las regiones y su establecimiento como un actor subestatal en los asuntos exteriores cobrará cada vez mayor relevancia. Sin disputar el rol preponderante del gobierno central en las relaciones exteriores del país, hoy las regiones están interconectadas con el mundo y su relacionamiento con entidades públicas y privadas del extranjero contribuye a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible (ODS 11-17).
La paradiplomacia -referida al accionar de los gobiernos locales en asuntos exteriores- demandará mayor protagonismo en la nueva configuración político-administrativa regional. La tan anhelada descentralización exigirá una mayor participación del nivel local, tanto en el contexto nacional como internacional.
Para ello, entre otras tareas, será necesario redefinir las estructuras que tienen los Gobiernos Regionales. Las exigencias del tiempo presente hacen necesario dotar de mayores competencias, por ejemplo, a las Unidades Regionales de Asuntos Internacionales. En esta labor, será fundamental aprovechar la experiencia de la Cancillería chilena, que cuenta con equipos humanos capacitados que podrían contribuir a este propósito.
Será importante también fomentar los “hermanamientos” con regiones de otros países. Estos acuerdos permiten que ciudades de distintos países establezcan un vínculo permanente para compartir buenas prácticas y facilitar intercambios económicos, tecnológicos, culturales, educacionales, entre otros, contribuyendo así a un desarrollo local multidimensional. Asimismo, posibilitan la participación de las comunidades locales en el devenir de sus territorios.
Otro mecanismo por fortalecer son los Comités de Integración Fronteriza. Contamos con experiencias exitosas en esta materia con nuestros países vecinos, optimizándose el movimiento de personas, bienes y servicios en las fronteras. Sin embargo, aún existe un gran potencial para explotar estas iniciativas, debiendo adoptarse un modelo “de abajo hacia arriba” en su diseño e implementación, privilegiando la experiencia cotidiana de la población local. La crisis migratoria que se vive en el norte de Chile da cuenta de la necesidad urgente de mejorar los canales de comunicación y la regulación fronteriza.
El trabajo en terreno nos ha demostrado que miles de productores y emprendedores locales quieren internacionalizar sus negocios; miles de estudiantes de regiones merecen las mismas oportunidades de estudiar en el extranjero; comunidades a lo largo de Chile deben tener acceso a proyectos y fondos para internacionalizar su cultura, gastronomía y tradiciones; todas nuestras regiones tienen productos locales que pueden convertirse en denominaciones de origen para su comercialización prioritaria en el mundo; el turismo cobrará un nuevo impulso, si más lugares son declarados Patrimonios de la Humanidad. Todas estas posibilidades están al alcance de nuestras regiones y su consecución será más factible en la medida que se integren con decisión en el mundo.