Desde aproximadamente la última parte del Gobierno de Donald Trump, aumentado por la covid-19 y mucho más durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ha sido evidente el combate que Facebook y Twitter han realizado contra las Fake News.

Un esfuerzo importante para dos plataformas donde fluye abundante información. Son, quizás, el aumento de las noticias falsas durante la era digital una de las situaciones más aberrantes de la actualidad, junto al constante odio y cobardía que se mezclan en estas redes sociales.

El jueves recién pasado me acordé de lo que me ocurrió hace algunos meses en Twitter, esa vez se viralizó una imagen burdamente utilizada como fake news.

Se trataba de una fotografía que tenía logos de una agencia internacional y mostraba una trampa vietnamita. El texto que describía la imagen aseveraba que dicho artefacto se había instalado en La Araucanía, para proteger a un líder de la Coordinadora Arauco-Malleco y que durante un procedimiento policial varios carabineros habían resultado heridos. Lo que nunca ocurrió.

La información incluso fue compartida por el diputado por las provincias de Biobío y Arauco, Cristóbal Urruticoechea, que en ese momento militaba en Renovación Nacional.

Decía que me acordé de esto el viernes, porque el jueves se publicó una noticia relacionada con el lamentable asesinato de un parcelero asesinado en Collipulli. Era Pablo Burgos (76 años), un lamentable hecho que además ocurrió muy cerca de donde en octubre mataron a Pedro Cabrera.

Una de las fuentes utilizadas como reacción a lo ocurrido era el diputado de Renovación Nacional, Miguel Mellado, quien entregaba un interesante dato.

“Su hijo (el de Pablo Burgos) era testigo en esa causa (el asesinato de Pedro Cabrera). Sospechoso, por decirlo menos”, señalaba el parlamentario dejando la duda instalada de que, quizás, el hecho de que el hijo de la víctima fuera testigo en el homicidio de Pedro Cabrera, haya sido el motivo de los asesinos para cometer el crimen.

Sin embargo, en la tarde noche de ese mismo jueves la vocera de la Fiscalía Regional de La Araucanía, Daniela San Martín, entregó detalles del procedimiento y que “ni la víctima ni miembros de su familia, tienen la calidad de testigos en el marco de la investigación por el homicidio de don Pedro Cabrero”, es más, tampoco habían prestado declaración.

La información falsa de Mellado, en buen chileno, pasó colada, pero eso no puede ocurrir. Esto y lo que pasó con Urruticoechea son hechos graves, lo peor es que fueron difundidas por “honorables diputados de La República”.

En el mundo de las redes sociales, las personas parecieran ser muy susceptibles a las teorías conspiracionales y fake news, tal vez por la desconfianza que desde hace algún tiempo se ha instalado por culpa de las acciones de las instituciones en las que antes se creía ciegamente y terminaron por decepcionar a todos.

Así entonces, malas noticias falsas deben ser condenadas “vengan de donde vegan”, como dicen algunos sobre la violencia. Es más, no podemos solamente esperar que dos aplicaciones hagan el trabajo de limpiar y advertir sobre fake news, ni tampoco nos vamos a llenas de servicios de verificación de hechos o fact cheking.

Por eso es importante que las autoridades den el ejemplo (alguna vez) y que a su vez reciban sanciones durísimas cuando tengan estas malas prácticas, que terminan confundiendo, desinformando y, en ocasiones, incitando al odio. El primer paso es reconocer y ofrecer disculpas, algo que en los ejemplos dados, todavía no ocurre.

Carlos Agurto
Periodista Radio Bío Bío

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