ARCHIVO | Agencia UNO

El efecto mariposa

14 noviembre 2025 | 09:52

Es tiempo de regresar a ese país que valora el sentido común, la convivencia sensata y el respeto a la autoridad; a esa nación austera que gestiona de manera responsable los recursos del Estado.

Durante los últimos años Chile emprendió un viaje intenso, doloroso y confuso. Uno que comenzó con el estallido social y que nos ha dejado más divididos, más pobres y más inseguros. Una ilusión que terminó en frustración y mediocridad; el intento de refundar Chile destruyendo sus cimientos.

El octubrismo fue una época en la que se creyó que bastaba con gritar más fuerte para tener la razón, que cancelar al otro era igual a ser moralmente superior, que las usurpaciones generaban derechos. Lo que se llamó “progresismo” terminó convertido en pobresismo. El fin de este ciclo no es solo el término de una administración; es el cierre de un extravío nacional.

Pero toda acción tiene su reacción y el caos también genera su orden. Como en la metáfora del efecto mariposa, el octubrismo –con su aleteo de violencia, descontrol y populismo— terminó desatando una reacción ciudadana poderosa: la conciencia de que sin ley, autoridad y respeto no hay libertad ni bienestar posibles.

Es tiempo de regresar a ese país que valora el sentido común, la convivencia sensata y el respeto a la autoridad; a esa nación austera que gestiona de manera responsable los recursos del Estado.

Ha llegado la hora de una revolución de los propietarios, donde cada chileno y chilena sienta que lo suyo —su casa, su familia, su emprendimiento, su barrio— es protegido y valorado. La hora de regresar a la verdadera dignidad a través del trabajo, la seguridad y el reconocimiento del esfuerzo personal y el mérito.

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Las oposiciones tienen hoy una responsabilidad histórica: la de conducir este retorno para que dejemos de marcar el paso y avancemos con decisión y unidad hacia un horizonte que impulse y motive a grandes mayorías.

No basta con ganar una elección; hay que gobernar bien, con eficacia, grandeza y un sentido de propósito que facilite los acuerdos estratégicos. Los grandes logros de Chile han sucedido cuando se actúa así. Y así, cuando las encuestas nos pregunten si el país está en decadencia, estacado o progresando, la respuesta mayoritaria vuelva a ser esta última opción.

Debemos demostrar que la diversidad de enfoques puede convivir dentro de un mismo tronco común: el de la libertad personal como derecho esencial, el del desarrollo que conduce a la prosperidad general, el del respeto a la ley como primer deber de todos y el de la búsqueda de soluciones inteligentes para los problemas reales de las familias chilenas. Tal como hacemos la mayoría de los alcaldes y alcaldesas todos los días.

Que la mariposa sea la señal de un nuevo comienzo. Que Chile nos convoque a reencontrarnos no por ideología, sino por destino y así construir esa patria que prefiere sumar y multiplicar antes que restar y dividir; ese país en que las diferencias enriquecen la convivencia en vez de envenenar el alma nacional. Creo que algo de eso hemos sabido forjar en La Florida.