El atentado ocurrido en Ercilla hace pocos días, donde la Resistencia Mapuche Malleco atacó con armas de guerra a cuatro vehículos y dejó dos personas heridas, volvió a recordarnos que la violencia en la Macrozona Sur no ha terminado.
No fue un hecho aislado: fue un acto terrorista dirigido a sembrar miedo, a desafiar al Estado y a mantener en vilo a las comunidades del sur.
En ese contexto, la sexagésima segunda prórroga del Estado de Excepción Constitucional no es un capricho ni una rutina parlamentaria. Es una necesidad.
Durante más de 1.246 días consecutivos, el Estado ha sostenido un esfuerzo extraordinario en la Macrozona Sur y los resultados son concretos.
Desde el primer estado de emergencia, según la Multigremial de La Araucanía los hechos de violencia han caído en un 85%. Detrás de esas cifras hay vidas protegidas, rutas seguras y familias que hoy pueden trabajar con algo más de tranquilidad.
Pero la violencia no ha desaparecido. Cuatro organizaciones —la CAM, la Weichan Auka Mapu, la Resistencia Mapuche Lafkenche y la Resistencia Mapuche Malleco— siguen activas este año.
Esta última, según el Observatorio del Crimen Organizado y Terrorismo UNAB, aumentó sus ataques en un 179%, con presencia fuerte en Collipulli, Ercilla y Victoria. No hablamos de violencia rural, sino de terrorismo armado y organizado.
Es cierto: un Estado de Emergencia no es una solución permanente. Pero sería irresponsable levantarlo mientras existan grupos con capacidad de fuego, logística y financiamiento.
Proteger la vida de las personas es el primer deber de la democracia.
El desafío ahora es dar el siguiente paso: construir una Estrategia Nacional contra el Terrorismo, fortalecer la inteligencia, dotar a las fuerzas de reglas de uso claras y reparar a las víctimas que siguen esperando justicia. La paz no se decreta: se construye con verdad, presencia y Estado.
La Araucanía y la Macrozona Sur merecen vivir en paz. No bajo el miedo ni bajo las armas.
Y esa paz solo será posible si el Estado actúa con decisión, con unidad y con la convicción de que defender la seguridad de los chilenos es defender la democracia misma.