Venezuela sigue siendo un símbolo universal de la lucha por la libertad y la democracia. La concesión del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado no es solo un reconocimiento individual: es un testimonio de que el mundo no ha olvidado a los venezolanos ni su anhelo de recuperar su libertad.
María Corina representa una defensa incansable de los principios más nobles de la civilización. Su estatura moral, hoy, se alza junto a la de figuras legendarias como Mandela, Gandhi, Tutu, Luther King y Wałęsa. Como ellos, ha transformado la valentía en esperanza y la resistencia en un símbolo de libertad para todo un pueblo.
No debemos perder de vista la magnitud de la catástrofe venezolana. A pesar de poseer las mayores reservas de petróleo del mundo y no haber enfrentado una guerra externa, más de ocho millones de venezolanos han debido huir de la miseria y el colapso. El socialismo que inspira a la narcodictadura de Maduro ha impuesto una devastación económica y moral sin precedentes: una pérdida cercana al 75 % del PIB, una de las hiperinflaciones más prolongadas de la historia moderna, y 19 millones de personas sumidas en la pobreza extrema, conviviendo con hambre, enfermedad y desesperanza.
Venezuela, otrora faro de prosperidad, se ha convertido en exportadora de crimen y narcotráfico, con organizaciones como el Tren de Aragua extendiendo el terror por toda la región. En paralelo, una represión interna sistemática mantiene a miles de opositores perseguidos, encarcelados, torturados o desaparecidos.
La propia María Corina, símbolo de la resistencia democrática, lleva más de un año en la clandestinidad, víctima del acoso constante de un régimen que utiliza el miedo como instrumento de control.
La tragedia venezolana no tiene parangón en la historia republicana de América Latina.
Por todo ello, este Premio Nobel de la Paz resuena en el continente como un faro para las mujeres que lideran con coraje y para todos los pueblos que aún creen en la libertad.
Para mí, además, es motivo de profunda alegría y orgullo personal. María Corina, quien presentó mi libro Ruta Republicana en 2021, no solo es una querida amiga: es una inspiración constante en la defensa de los ideales republicanos.
La entrega de este galardón reconoce a todo un pueblo que, incluso en medio del dolor, mantiene viva la esperanza de que la democracia y el progreso vuelvan a florecer.