Uno de los principales problemas que ha quedado en evidencia con la pandemia del covid-19 es la desigualdad en términos de acceso a la educación tras la suspensión de las clases presenciales.

Realidad que fue advertida por la ONU, al indicar que “nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas”.

De acuerdo a las estimaciones del Ministerio de Educación la deserción escolar a causa de la emergencia sanitaria podrían ser de 80 mil niños y jóvenes.

Incluso, antes del covid-19 la deserción ya era elevada, situación que se agudizó en el contexto actual. Un ejemplo de ello es en junio, los menores que dejaron las escuelas fue de 1,5% y se proyecta que la cifra pueda llegar al 5%. A modo de comparación, el incremento es superior a lo registrado tras el terremoto de 2010.

Para intentar revertir dicho escenario, los establecimientos educacionales han tenido que innovar y crear estrategias para asegurar la continuidad de los menores en el proceso de aprendizaje.

Así es el caso del Colegio PuenteMaipo de la Fundación Nocedal, ubicado en pleno corazón de Bajos de Mena, en la comuna de Puente Alto, y que cuenta con un Índice de vulnerabilidad Escolar (IVE) del 92%. El recinto creado en 2014 tiene 545 alumnos matriculados de primero a octavo básico.

Cedida a Biobiochile
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La dirección y el cuerpo docente entendió tempranamente que la suspensión de clases les significaría uno de los desafíos más importantes. Por eso, lo primero que hicieron fue levantar entre marzo y abril la real situación de conectividad de los menores. La encuesta realizada a los apoderados reveló que del total, sólo el 53% tiene internet hogar, mientras que el 42% indicó contar con un computador o tablet.

A ello se sumaba el alto grado de hacinamiento de las viviendas, la cesantía, los contagios de familias completas y la baja escolaridad de los padres.

Tampoco ayudó la incertidumbre sobre el retorno, la noticia falsa que de todos pasarían de curso y el hecho que la gran cantidad de contagios en Puente Alto obligaran a algunos padres a trasladar a sus hijos a otras comunas e incluso a regiones.

“Muchos padres nos decían que no era necesario mantener el vinculo con el colegio porque cuando vuelvan se van a poner al día o que todos van a pasar de curso por lo que no vale mucho la pena esforzarse. Entonces debimos hacerles ver que sí era posible seguir aprendiendo a distancia y que estar un año inactivo genera un daño salvaje desde el punto de vista cognitivo”, ejemplificó el director del colegio PuenteMaipo, Miguel Arce.

La donación de 200 chips con 35 gigas hasta noviembre por parte de una empresa de telecomunicaciones y la entrega de computadores y tablets usados permitió subsanar una de las necesidades de los alumnos, tener con qué seguir las clases online.

“Cada vez que entregas un chip, una tablet o un computador, le estás entregando un seguro a las familias y le demuestras que nos la estamos jugando por completo”, afirmó.

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Un trabajo de hormiga

Pero no sólo eso, el cuerpo docente tenía otra misión igual de relevante: llegar a los padres y a los alumnos, acompañarlos, darles confianza y hacerlos parte del proceso educativo.

El trabajo consistió en contactar a cada uno de los padres y apoderados, conocer sus realidades, necesidades y adoptar metodologías de enseñanza para los niños y niñas en base a esos antecedentes.

“Lo primero que hicimos es mantener el vinculo con las familia, tenían que percibir que nosotros estábamos, que el colegio no estaba cerrado y así comenzamos el contacto con cada una, el que se ha mantenido en el tiempo”, aseguró.

Acto seguido se embarcaron en un acelerado proceso de reconversión de la gestión pedagógica al pasar en poco tiempo del formato presencial, físico y táctil a la enseñanza remota. El profesionalismo de los docentes les permitió dominar y hacer propios modos de trabajo antes ajenos y mantenerse en constantemente búsqueda de mejoras.

El director también destacó la instrucción del Mineduc de priorizar el contenido curricular, ya que era imposible cubrir el 100%. “El ministerio dictó lineamientos y los colegios pudimos establecer una priorización, así del 100% del curriculum nos vamos a enfocar en un 30%, porcentaje que los alumnos deben dominar completamente”.

Estar atentos a la participación

Una de los áreas muy relevantes en la gestión de la enseñanza a distancia ha sido el manejo de datos. Saber qué alumnos están participando, en qué grado lo están haciendo y el nivel de logro de los aprendizajes esperados por cada uno de ellos, ha sido clave tanto para darles la retroalimentación necesaria como para saber quiénes están en situación de riesgo (repitencia o deserción).

Bajo esa modalidad se logró establecer que habían 104 alumnos con nula o baja participación en las actividades remotas, cifra que descendió a 34 estudiantes al término de la segunda semana de agosto. Según el director, actualmente restan siete por contactar.

Cedida a Biobiochile
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La primera acción destinada a ese grupo de riesgo consistió en la entrega personal de la distribución de canastas Junaeb, para así generar una comunicación con el apoderado, en la que de modo positivo se le animaba a incorporarse a la enseñanza remota y aprovechar así este año.

Se agendaron reuniones a través de videoconferencia y más del 80% de los padres y adultos responsables participaron.

Uso de aplicaciones

Como la mayoría de los alumnos podían conectarse a través de un celular, crearon un Facebook privado para cada uno de los cursos. Allí los profesores suben capsulas de aprendizaje que están disponibles en cada momento.

También les ha ayudado la aplicación WhatsApp Business, al permitir hacer clases individuales y fijar horarios de atención de los docentes.

Un ejemplo de ello, son los buenos resultados que ha tenido la implementación en los menores de Primero Básico. “En junio teníamos niños que ya estaban leyendo y escribiendo. Hay que entender que en el caso de ellos, no puedes tener una clase online con 35 niños, por tanto los profesores han hecho clases individuales con la supervisión de un adulto”.

Cedida a Biobiochile
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Entre las críticas que han surgido por las clases en modalidad remota es la gran carga académica que han debido enfrentar tanto los alumnos como los apoderados. Al respecto, Arce dijo que es importante empatizar con la familias, entender que cada una está pasando por momentos distintos, muchas de ellas con contagios, por lo que la cantidad de material debe ser adecuada. “Hay que ser flexibles, acoger y eliminar las barreras porque debe primar el bien de los menores y que se vayan incorporando”, agregó.

Para finalizar hizo un llamado directo a los siete alumnos que no han podido contactar: “El colegios los está esperando, es suyo y los trataremos de acuerdo a la situación en que se encuentren, de modo tal que nadie se quede atrás. Si han estado dos o tres meses sin conectarse, ánimo, no pasa nada, vamos a armar un programa para que se adapten y se pongan al día con el resto, pero vuelvan a clases”.