La aplastante victoria de Boris Johnson, que deja vía libre al Brexit, implica para el primer ministro británico el riesgo de ver tambalearse la unidad del país, entre la exigencia de un nuevo referéndum soberanista en Escocia y la aspiración de una Irlanda reunificada.

Firmemente opuesta al Brexit, la jefa del gobierno autónomo escocés, la independentista Nicola Sturgeon, reafirmó el viernes su deseo a obtener una nueva consulta de autodeterminación seis años después del referéndum de 2014 en que 55% de escoceses votó por permanecer en el Reino Unido.

En las legislativas del jueves, su partido nacionalista SNP logró 48 escaños (de las 59 circunscripciones escocesas) en la Cámara de los Comunes, 13 más que en 2017.

Tras el anuncio del resultado, Sturgeon consideró que este deja a Escocia y el resto del país en “caminos divergentes”.

La enérgica dirigente escocesa estima que “Johnson obtuvo en esta elección un mandato para sacar a Inglaterra de la Unión Europea”, pero no a Escocia. La victoria del SNP constituye “un nuevo mandato”, “reforzado”, para dar a los escoceses la palabra sobre su futuro, afirmó.

Nicola Sturgeon | ARCHIVO | AFP
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Ejemplo español

Sturgeon anunció que volverá a la carga la próxima semana exigiendo a Londres un traspaso de poder que permita a los escoceses decidir por si mismos si y cuando quieren organizar otro referéndum.

Según Patrick Dunleavy, politólogo de la London School of Economics (LSE), si el SNP gana ampliamente las elecciones al parlamento escocés en 2021 “será muy difícil” para Londres “seguir el camino del gobierno español” contra los deseos de independencia de los catalanes.

“Creo que nos dirigimos a un choque constitucional, pero no antes de 2021”, considera.

En esta fecha “estaremos fuera de la Unión Europea” y “será difícil para Boris Johnson resistir pese a lo que dice”, subraya por su parte Simon Hix, también profesor en la LSE.

Pero esta es una perspectiva que preocupa a algunos escoceses: “Toda la gente que conozco quiere seguir formando parte de la unión, y ahora sentimos que se nos escapa”, decía a la AFP Sandra Hamilton, una quincuagenaria de Glasgow.

A otros, por el contrario, las legislativas les abrieron los ojos.

Katrina McKaylor, empleada de banca en la cuarentena, afirma sentir “vergüenza” tras la reelección de un gobierno conservador. Previamente indecisa sobre la independencia, dice estar ahora “absolutamente” a favor.

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¿E Irlanda?


El principal argumento de los escoceses para permanecer en el Reino Unido en 2014 era que una separación implicaría perder su membresía a la Unión Europea.
Dos años después, en el referéndum sobre el Brexit de 2016, 62% votó para quedarse en la UE, contra 48% en el conjunto del país.

En otro rincón del Reino Unido, las legislativas podrían tener también un efecto terremoto y dar nuevo impulso a las aspiraciones de reunificar la isla de Irlanda, anexando la provincia británica de Irlanda del Norte a la vecina República de Irlanda, país miembro de la UE.

Por primera vez desde la partición de Irlanda en 1921, los nacionalistas obtuvieron más escaños en Westminster que los partidarios de pertenecer a la corona británica.

El partido unionista ultraconservador DUP, con quien se aliaron los “tories” para tener mayoría tras las desastrosas legislativas anticipadas de 2017, se quedó con ocho diputados, perdiendo dos.
Uno de ellos es su líder en la Cámara de los Comunes, Nigel Dodds.

Los comicios demuestran “que no hay mandato para el Brexit en el norte de Irlanda”, declaró a la radio pública RTE la lider del Sinn Fein Mary Lou McDonald, cuyo partido milita por la reunificación.

En opinión de Hix, “los sondeos dan una corta mayoría a favor de la unión” de las dos Irlandas. “Veremos tal vez un día la independencia” de Irlanda del Norte para unirse con su vecina del sur. “Pero eso tardará mucho”, concluye.