Francia autorizó este miércoles finalmente una manifestación contra la reforma laboral prevista un día después en París, tras haberla prohibido horas antes alegando razones de seguridad.

La prohibición había sido duramente criticada por los sindicatos y la oposición y la autorización final fue calificada de “victoria” por los sindicatos.

La marcha tendrá lugar “en un recorrido propuesto por el ministro del Interior” de 1,6 kilómetros en la zona de la plaza de la Bastilla de la capital francesa, indicaron los sindicatos convocantes (CGT, FO, FSU, Solidaires, Unef, UNL y Fidl) en una rueda de prensa.

La decisión fue anunciada tras una reunión de 45 minutos entre el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, y los secretarios generales de la CGT, Philippe Martinez, y FO, Jean-Claude Mailly, que lo calificaron de “victoria”.

Martinez pidió además al presidente François Hollande que se reúna con los sindicatos “rápidamente” para hablar del proyecto de ley de reforma laboral. “Es el tema central”, dijo por su parte Mailly.

Después de largas negociaciones con los sindicatos, el prefecto de policía, responsable de la seguridad en París, anunció por la mañana que no había “otra alternativa” que prohibirla.

Sarkozy y Le Pen critican prohibición

Los sindicatos habían rechazado una manifestación estática, que las autoridades consideran más fácil de controlar. La prohibición hubiera sido la primera en décadas para una manifestación convocada por los sindicatos.

El primer ministro Manuel Valls y el presidente François Hollande habían amenazado con prohibir manifestaciones tras los incidentes de la marcha del 14 de junio.

Desde 1958 no se ha prohibido ninguna manifestación de un sindicato (…) Si fuera el caso, la Francia de hoy se uniría a algunos países que no se pueden considerar democráticos”, dijo Mailly antes de la decisión de la prefectura en declaraciones a la radio RMC y denunció “un primer ministro encerrado en su autoritarismo”.

“Considero, y soy cauto en mis palabras, que es un error histórico”, había denunciado por su parte el diputado socialistas Christian Paul, líder de un pequeño grupo de diputados críticos con el gobierno de su propio partido.

La presidenta del partido de extrema derecha Frente Nacional, Marine Le Pen, denunció una “grave violación de la democracia”.

Los sindicatos recibieron además el apoyo inesperado del expresidente conservador Nicolas Sarkozy, probable candidato a las presidenciales de 2017, que dijo que “no es razonable” prohibir manifestaciones.

Desde el mes de marzo, los sindicatos se oponen al proyecto de reforma laboral del gobierno, que consideran demasiado favorable a los empresarios y perjudicial para los derechos de los trabajadores.

El 14 de junio, en la última manifestación en París con miles de personas, varios grupos se enfrentaron a la policía y realizaron destrozos en comercios y edificios públicos, entre ellos un hospital infantil.

Las manifestaciones anteriores contra la reforma laboral también estuvieron marcadas por la violencia.

El martes el ministro del Interior pidió de nuevo “responsabilidad” a los sindicatos, en un contexto de “amenaza extremadamente elevada” por el temor a atentados yihadistas y por los miles de policías movilizados para la Eurocopa de fútbol, que se celebra hasta el 10 de julio.

Desde los atentados del 13 de noviembre, Francia decretó el estado de urgencia que supone refuerzos policiales en todo el país, En paralelo la policía está movilizada para la Eurocopa, marcada por enfrentamientos entre ‘hooligans’.

Las manifestaciones convocadas el jueves en toda Francia coinciden con el examen del proyecto de ley en el senado, que tiene que pronunciarse sobre el texto el 29 de junio.

También se prevén huelgas de los trabajadores ferroviarios, los funcionarios y en el sector de la energía. Los sindicatos ya han convocado otra jornada de movilización el 28 de junio en París.