Venezuela será de nuevo este martes centro de atención en la Organización de Estados Americanos (OEA), con la presentación del exgobernante español José Luis Rodríguez Zapatero sobre la tentativa de diálogo entre gobierno y oposición de ese país.

Aún así la expectativa estará puesta en el debate convocado para dos días después por el secretario general, Luis Almagro, en el que los embajadores de los 34 miembros de la OEA discutirán la posible implementación de la Carta Democrática Interamericana sobre Venezuela.

Sin embargo, Caracas le puso signos de interrogación a esa sesión extraordinaria, al solicitar el lunes a la presidencia rotativa del Consejo Permanente -en manos de Argentina- que la cancelara y declarara inadmisible la solicitud de Almagro, en una carta a la que tuvo acceso la AFP.

Zapatero será este martes el vocero de una misión auspiciada por Unasur e integrada también por los exgobernantes Leonel Fernández de República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá, y que arrancó hace un mes sin que haya logrado aún superar la mutua desconfianza de las partes.

Este diálogo fue puesto sobre la mesa como una alternativa en clara anticipación a las gestiones de Almagro del 31 de mayo, cuando invocó la Carta Democrática y publicó un demoledor informe sobre la situación venezolana, que el secretario general deberá presentar el jueves ante el Consejo Permanente.

“La estrategia del secretario general de traer el tema de la Carta Democrática ha presionado de tal manera al gobierno de Venezuela, que ha tenido que sumarse a esta iniciativa, venir acá y presentar algún tipo de respuesta”, dijo a la AFP una fuente diplomática sobre la decisión de Caracas de invitar a Zapatero.

“No existe”

La sesión extraordinaria del martes había sido convocada por Caracas “para llevar nuevamente la verdad de Venezuela” a la OEA, según su canciller Delcy Rodríguez.

Zapatero llevará al pleno de la OEA sus intentos por sentar en la mesa al gobierno del presidente Nicolás Maduro y la oposición, enfrascados en un cerrado choque institucional.

Pero la oposición venezolana, sin voz en la sesión, se anticipó a la presentación del exgobernante español, señalando que ese diálogo “no existe” porque Maduro “no accede a soluciones democráticas ante la crisis”.

“Digan la verdad sobre el proceso de diálogo en Venezuela, que no existe debido a que Maduro ha roto el hilo constitucional y no accede a soluciones democráticas ante la crisis”, dijo el lunes el diputado opositor Luis Florido, presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional.

Reiteramos la necesidad de que en la OEA se conozca la verdad sobre Venezuela“, expresó, citado en un comunicado.

Objetivos claros

Representantes del gobierno venezolano y la oposición iniciaron tímidos acercamientos a finales de mayo en República Dominicana, donde se reunieron por separado con la comisión de expresidentes, que trata de sentarlos, sin éxito, a la mesa de conversaciones.

La oposición supedita las reuniones al avance del proceso del revocatorio que impulsa contra Maduro para que la consulta se celebre este año.

Mientras el mandatario, heredero político de Hugo Chávez (1999-2013), sostiene que el revocatorio es inviable antes de 2017 y acusa a sus enemigos políticos de intentar sabotear el acercamiento.

Florido dijo que los expresidentes deben tomar en cuenta el referendo revocatorio como “la válvula de escape pacífica, democrática y constitucional que desea el pueblo venezolano”.

Como canciller uruguayo, Almagro integró una comisión de Unasur que acompañó unas infructuosas conversaciones entre Maduro y la oposición en 2014.

Cuando se abren nuevamente las puertas de un diálogo en Venezuela, el secretario general afirma que esta vez deben haber objetivos claros: referendo este año, liberación de opositores presos, reconocimiento del Parlamento de mayoría opositora y la implementación de ayuda “humanitaria” para atender la escasez de alimentos y medicinas.

“Puerta a la intervención”

La verdadera prueba para Venezuela se perfila para el jueves.

Almagro invocó el artículo 20 de la Carta Democrática, que plantea casos de “alteración del orden constitucional” en un país miembro de la OEA. Los 34 países de la OEA deberán realizar una “apreciación colectiva” sobre el estado de la democracia en Venezuela y podrán decidir, con un mínimo de 18 votos, si se implementan medidas diplomáticas para normalizar el país suramericano.

Pero Venezuela rechazó ese camino. Almagro “pretende ejercer de manera abusiva y desviada la facultad del artículo 20”, dijo el embajador venezolano Bernardo Álvarez en la carta a la presidencia del Consejo Permanente.

Según el diplomático, la interpretación del secretario general de ese artículo “es una puerta a la intervención que los Estados miembros han rechazado abrir”.