Reuniones en realidad virtual, sonido y cámaras inteligentes: los gigantes de la tecnología proponen productos de alta gama para reunir oficina y teletrabajo, que podrían profundizar la brecha tecnológica.

A fines de agosto, Facebook lanzó “Horizon Workrooms”, que crea una sala de reuniones virtuales donde se encuentran los participantes en forma de avatar gracias al casco Oculus, que cuesta 300 dólares la unidad.

Google, en tanto, dispuso los “Series one”, kits para organizar reuniones con la posibilidad de mezclar presencia en una sala con varias personas y teletrabajo. El costo asciende hasta los 7.000 dólares.

Pandemia o no, la tendencia es hacia la flexibilidad y las empresas tecnológicas multiplican propuestas para viabilizar esta realidad.

Para Rhiannon Payne, autora y especialista del teletrabajo, la realidad virtual va a integrarse al mundo profesional como antes lo hicieron el laptop o el teléfono celular.

Con estos nuevos productos, los fabricantes “tratan de encontrar la forma de hacer más fácil el teletrabajo y mejorar los contactos entre colegas”, explica.

Teléfono móvil y computadora portátil ya habían cambiado la forma de abordar el trabajo, pero el mundo profesional necesita ahora adaptarse y manejar las nuevas herramientas de este funcionamiento híbrido.

Sin medios

Algunos empleadores añadieron a las ofertas laborales demandas como conocimiento de programas de presentación virtual o administración a distancia.

“Es algo que parece inofensivo y práctico pero puede convertirse en un factor que agrave las desigualdades”, argumenta Monica Sanders, profesora de la universidad de Georgetown.

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Por otra parte, “para muchas personas, trabajar desde casa es un lujo”, señala Michelle Burris, investigadora del grupo de reflexión The Century Foundation.

La organización BroadbandNow, que milita por el acceso generalizado a internet, estima que 42 millones de estadounidenses no tienen una conexión de banda ancha, es decir 13% de la población, según un estudio publicado en mayo.

En algunos de los estados más desfavorecidos del país, la proporción de personas sin acceso a internet de banda ancha es incluso mayor, como es el caso de Luisiana, con 25% de la población, o Misisipi, donde cerca de 40% de los habitantes no tienen ese tipo de conexión.

Además, el acceso a material informático también es frecuentemente un obstáculo.

Hace 18 meses, Patricia McGee pasó de un empleo en un centro de logística de Amazon a un puesto de relacionamiento con clientes a distancia con la llegada de la pandemia de coronavirus.

Esta madre de cuatro niños, de 39 años, gastó unos 2.000 dólares para comprarse una computadora personal, además de los programas necesarios y la conexión a internet.

“No todos pueden pagarse eso”, destacó. “Entonces algunas personas que no tienen los medios o las competencias” para utilizar herramientas informáticas que se volvieron comunes con la pandemia “se ven privadas de ciertos empleos”, reflexionó.

Hace algunos días su computadora se descompuso. Sin días de vacaciones, debe esperar a que el ordenador sea reparado para volver a ganar dinero.

Con la integración del teletrabajo a la vida, el acceso a las herramientas tecnológicas “tiene un impacto sobre la capacidad de encontrar un ingreso, sobre el lugar en el que vivimos o la forma de trabajar”, concluyó Monica Sanders.