Según un estudio elaborado por la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica, en julio casi un 35% de los chilenos presentó un mayor deterioro de su salud mental.

Mientras durante la cuarentena los cuadros de estrés y ansiedad se asociaban al teletrabajo y el cuidado de los niños, la falta de movimiento, el drástico cambio de vida y la interrupción de vínculos físicos, actualmente se estaría experimentando un efecto inverso, con el foco de preocupación puesto en si existirá un control efectivo para mitigar la propagación del virus fuera de casa.

De hecho, según los expertos, se espera que síndromes como la ergofobia, que se relaciona con el miedo irracional y persistente al lugar del trabajo, sean más comunes en el actual contexto de pandemia.

“Si bien hay empresas que aún no planean regresar a las oficinas, ya estamos en etapas de Transición y Preparación en muchas comunas del país como parte del Plan ‘Paso a Paso’ del Gobierno. Por eso es normal que se empiecen a experimentar sensaciones de temor, por ejemplo frente al contacto con otros, pese a que durante el confinamiento lo hayan necesitado”, explica Daniella Holz, consultora experta en empleabilidad de People & Partners.

“Lo mismo puede ocurrir con la idea de regresar a espacios cerrados o de correr riesgo de contagio por los traslados en el transporte público, y todo eso unido a la necesidad de mantener la calma y la productividad laboral”, complementa.

Algunos motivos adicionales de estas aprehensiones, son por ejemplo que “la gente no sabe bien a qué va a volver, porque tanto los vínculos como las mismas estructuras de las oficinas, habrán cambiado. Además, el escaso control de lo que sucede en el entorno inmediato, genera angustia e irritabilidad, ya que surgen preguntas como: ‘Yo me cuido, pero el resto ¿también lo hará?”, añade.

En esa línea, una de las recomendaciones para las empresas es identificar las necesidades de las personas de acuerdo a variables de género y grupos vulnerables, como colaboradores con discapacidades, al cuidado de sus hijos o a cargo de padres de la tercera edad.

“También debemos ser capaces de generar un canal de diálogo permanente, creando espacios de acompañamiento, apoyo psicológico, y talleres de diferentes temáticas asociadas a disminuir los efectos negativos en materia de salud mental”, opina la ejecutiva.

Flexibilidad en el regreso

La flexibilidad es otro aspecto que puede mitigar los efectos de temor e incertidumbre, al considerar al teletrabajo como una práctica que llegó para quedarse y que puede ser extendido si la situación sanitaria así lo requiere.

“Lo ideal es que las jefatura puedan contemplar un regreso progresivo, que respete el sentir y la realidad de cada colaborador, y con una definición de nuevas metas que sea prudente”, cuenta Daniella Holz.

La experta de People & Partners menciona además algunos hábitos que los mismos trabajadores pueden implementar.

Asegura que “En primer lugar, es indispensable darse unos minutos al día para uno mismo e invertirlo en algo que nos haga bien, como una rutina de relajación, respiración consciente o algo que nos conecte con nosotros mismos, que sea una acción sostenible en el tiempo y no se transforme en una exigencia más”.

En cuanto a cómo desenvolverse en los espacios de trabajo, para Holz el mayor mecanismo de control es el autocuidado.

“Debemos tener presente en todo momento el lavado de manos y mantener las medidas de prevención indicadas por la autoridad. Por otra parte, lo ideal es que exista un apoyo colectivo entre las personas que conforman los equipos de trabajo, para contar con la mayor seguridad posible en las oficinas, propiciando la higiene y respetando los espacios y distanciamiento con que cada persona se sienta cómoda”, explica.

Finalmente, la especialista asegura que “en estos momentos, ya sea que recién se empiece la adaptación al trabajo presencial, o nos encontremos en etapas previas al retorno, es clave apoyarse en la red más cercana y comunicar cómo te sientes frente a la situación, conversar y encontrar puntos de encuentro familiares que ayuden a la contención, tales como almorzar o comer todos juntos, generando un espacio común”.