Por Samuel Toro Contreras
En un principio, se podría considerar un “diálogo en tríptico” para presentar al público una experiencia retroactiva que recorre el devenir de su época y las posibles derivaciones tecnológicas de los imaginarios de un futuro.
Anatomía neofigurativa y diagrama social
En 1967 y 1968, en el contexto político latinoamericano y en plena Guerra Fría, Ortúzar concibió “Tres Humanonautas”, “Coloquio de los Humanonautas” y “Transformación” como ejercicios de neofiguración tecnofílica.
“Tres Humanonautas” muestra tres cuerpos-estructura “intervenidos” por prótesis geométricas, con colores planos que participarían y dialogarían con las series de serigrafías del Pop latinoamericano.
Por su parte, “Coloquio de los Humanonautas” dispone las figuras en diálogo numérico con figuras más blandas en una especie de comunicación espacial astronáutica. La técnica de serigrafía sobre papel, con la inscripción de planos de color, convierte el soporte en una relación de “separación técnica y convivencia” entre lo orgánico y lo mecánico. Las inscripciones manuscritas en el anverso de las obras actuarían, simultáneamente, como firma y como “huella” de autoría en la “era de la reproducción mecánica”.
Desde el postestructuralismo, estas piezas podrían “leerse” como signos fragmentados, donde cada humanoauta es significante de un sujeto posindustrial, mientras que la composición en trisemia -tres cuerpos- (hay un cuarto encapsulado/hibernado en la obra “Transformación”) tensionan la dialéctica de lo individual y lo colectivo.
En “Transformación”, la materia industrial ya no es un soporte neutro, sino parte de una pre-individuación activa que participa en la narración de una “modernidad dicotómica”, donde, por un lado, el asombro ante los avances técnico-científicos y, por otro, la fragilidad de lo humano ante la maquinaria política de la Guerra Fría. Reflexionar sobre estas piezas nos lleva a sentir que Ortúzar no solo fue un “cronista” de su tiempo, sino parte de la agencia en la representación de futuros posibles.
En estos períodos, el arte latinoamericano transitaba entre el legado modernista y las nuevas poéticas críticas que cuestionaban la neutralidad del espacio expositivo. Las piezas de la serie Humanonautas exhiben cuerpos intervenidos por engranajes y formas geométricas, evidenciando una hibridación entre la figura humana y la máquina que remite al programa de la visualidad científica imperante en la década.
Anacronía interactiva
En una teoría de “anacronía interactiva”, podría acelerarme a proponer que cada obra de Ortúzar se puede transducir en tres “micro-conjuntos” temporales: su materialidad física entre 1966-1967, su “archivo performativo” actualizante en 2025 y su posible proyección “digital, post-digital, poshumanista y, quizá, hiperhumanista” en futuros especulativos. Esta perspectiva, claramente no correspondería a la noción de cronología lineal, sino que plantearía el arte como evento disruptivo que habita simultáneamente múltiples presentes.
El MAC, al reactivar estas obras en un montaje positivamente anacrónico, logra su rol de mediador que conserva, revela y proyecta un legado trascendente en lo epocal y -quizá sin haberlo sabido el artista- inmanente en la proyección digital. De esta manera, la exposición no sería, solamente, un encuentro del pasado artístico de Ortúzar, sino un intento de diacronía prospectiva de presentes, como futuros y de futuros aún por gestarse en la intersección de arte, técnica, ciencia y tiempo.
Investigación
Una importante referencia investigativa sobre el artista puede encontrarse en el gran trabajo de documentación y archivo del proyecto “Carlos Ortúzar” realizado por Marcela Ilabaca, Isabel Cáceres, María José Vilches y José Antonio Hohmann. También los ensayos del libro “Archivo del Futuro” (que esperemos que se libere pronto, apelando a las elecciones de trabajos con open source por el equipo) modelan cómo el archivo rehace la cronología de Ortúzar en un ejercicio de fragmentos y metadatos. El pasado artístico, resignificado en la Web, esperemos que siga constituyéndose y construyéndose.
Omisiones a considerar
A pesar de la riqueza e importancia conceptual de la obra de Carlos Ortúzar, las investigaciones críticas han prestado escasa atención a sus posibles alcances con la filosofía de la tecnología. No se explora, por ejemplo, la dimensión individuante de los objetos técnicos propuesta por Simondon, en el importante libro El modo de existencia de los objetos técnicos, donde la técnica es entendida como un proceso de individuación en agencia con lo “humano”.
Esta omisión deja fuera la oportunidad de leer las serigrafías de Ortúzar como planteamientos de dispositivos técnicos que configuran modos de devenir tanto del objeto artístico, la conceptualización activa y el público a través de la multiplicidad de individuaciones colectivas entre individuos, arte, tecnología y ciencia.
Del mismo modo, el pensamiento de Stiegler -reflexionado en compilaciones como Técnica, cultura y política– ofrece herramientas para dialogar con la noción de técnica y archivos de las memorias. Las prácticas curatoriales e investigativas (que debiesen ir acompañadas), en la ocupación de “memorias habitadas”, a partir de lo exosomático, aportarían desde el análisis sobre farmacologías de la técnica y la economía de la atención al vincularlas con pasados, presentes y futuros en obras que “dialogan”, a través de perpetuas memorias archivadas, como las del Ortúzar, que son, necesariamente insumos indispensables para toda reflexión sobre la técnica, el tiempo, la tecnología y las memorias en tanto documentaciones.
Por ejemplo, no considero adecuado solo investigar períodos, formalidades dentro de estos, procesos estéticos y políticos sin incorporar, por ejemplo, que al externalizar nuestra inteligencia en sistemas cibernéticos (exosomatización) abrimos la puerta a una “estupidez artificial” de escala industrial. A diferencia de la falla biológica, que concluye con la muerte de un organismo, esta estupidez fabricada se difunde sin cesar. El reto del arte y el pensamiento contemporáneo consiste en contrarrestar la entropía generada por la exosomatización tecnológica, forjando a su vez nuevos dispositivos de saber y técnicas que reviertan la ola de ignorancia industrializada. Obras como las del legado del artista debiesen entrar en diálogo con estas cuestiones.
La carencia de estos enfoques en los estudios sobre Carlos Ortúzar señala un campo abierto a futuras investigaciones para examinar cómo sus obras funcionan como objetos técnicos articuladores de subjetividades y memorias, y cómo el archivo digital de sus serigrafías participa en procesos de individuación técnica y política de la cultura visual contemporánea.
Lugar: Museo de Arte Contemporáneo, Parque Forestal, Santiago, Chile.
Inicio: 10 de mayo 2025.
Término: 20 de julio 2025.