Tina Modotti fue una atractiva, cautivante y enigmática fotógrafa italiana que tuvo un breve paso por Hollywood para ir a radicarse a México, impulsada por los profundos procesos revolucionarios, sociales y culturales que se estaban produciendo en los años 20.

Julio Mella por Tina Modotti, Editorial Konemann (c)

Julio Mella por Tina Modotti, Editorial Konemann (c)

Tina Modotti tiene una obra consistente, radical en su composición, en el manejo de la luz, en su austeridad (acentuada por el blanco y negro de la época). Y por la capacidad simbólica de muchas de ellas, reflejo del profundo compromiso de la Modotti con las causas sociales, con los pobres y con el Partido Comunista.

Foto de Tina Modotti, Editorial Konemann (c)

Foto de Tina Modotti, Editorial Konemann (c)

Ella fue amante de Edward Weston (un grande de la fotografía de la primera parte del s XX),amiga de Diego Rivera y de muchos intelectuales mexicanos.

“La mujer infinita”, de José Ignacio Valenzuela es un libro escrito en a tres bandas: la historia de pasión y amor entre Tina Modotti y Julio Mella, un estudiante cubano opositor a la dictadura de Machado; la de Pablo Cárdenas, escritor al que le han encargado realizar el guión de una película sobre Modotti y Mella; y la historia de Eva O´Ryan estrella de cine que encarnará a Tina en el film.

Estas tres historias se superponen, se mezclan, dialogan entre ellas hasta transformarse en una sola amalgamadas por la pasión, por el amor y la sensibilidad sin límites. Por la urgencia y el vértigo. Por la búsqueda de sentido de los diversos personajes.

Un relato paralelo son los roles de las parejas, de cada cual en ellas, entre Modotti y Mella, Pablo Cárdenas (con tantas similitudes al autor) y Tom y entre Eva y Willy. De seres luminosos que requieren de sostén emocional, que se apoyan, se anulan, se aman.

Tina Modotti, Editorial Konemann (c)

Tina Modotti, Editorial Konemann (c)

Libro bien escrito, entretenido, donde la pasión y el amor sublime (pero carnal), como la búsqueda de sentido de la vida son sus bases esenciales. Sin embargo, a algunos puede generar algunas incomodidades. El primero es aportar muy poco sobre esta gran fotógrafa (al centrarse tanto en la historia de amor). Un segundo punto es una escritura que puede hacer pensar en el guión de una película más que en un libro, tanto por su ritmo como por las “secuencias” de “imágenes y planos”. Un tercer punto, y tal vez el más sensible, es la inclusión de una gran cantidad de frases “para el bronce” incrustadas de una manera poco fluida.

La mujer infinita, de José Ignacio Valenzuela, termina siendo un libro entretenido, construido en forma ingeniosa, con un buen número de frases que llaman la atención pero que deja una sensación extraña de falta de calle, de sudor, de cotidianidad, de luchas y convicciones profundas pero expresadas en un mundo concreto y específico: el México de esos turbulentos años 20.