El hombre sospechoso de haber depositado una bomba en un santuario de Bangkok que mató a 20 personas pertenece seguramente a una “red”, según la policía tailandesa, que este miércoles proseguía intensamente su búsqueda.

El templo donde se produjo el ataque, el más sanguinario en la historia del país, volvió a abrir sus puertas, con una pequeña ceremonia protagonizada por una decena de monjes budistas.

“El autor no pudo hacerlo solo (…) creemos que hay gente que lo ayuda, tailandeses. Es una red” declaró el jefe de la policía tailandesa, Somyot Poompanmoung, a los reporteros.

El atentado se produjo el lunes, y 24 horas después hubo otra explosión, que no dejó víctimas, en una estación de metro de la capital.

Las imágenes del atentado del lunes de una cámara de seguridad que han sido difundidas muestran al sospechoso, un joven en camiseta, dejando tranquilamente una mochila en el santuario poco antes de la explosión.

La policía ha distribuido este martes un retrato robot del presunto atacante, un joven delgado, con barba incipiente, pelo negro y gafas.

El ataque se produjo el lunes por la tarde, en hora punta, en el concurrido santuario al aire libre de Erawan, en el céntrico distrito de Chidlom.

A esa hora, la multitud de tailandeses que trabajan en la zona se cruza con la de turistas extranjeros, atraídos por los inmensos centros comerciales y hoteles de lujo a proximidad.

Las autoridades tailandesas creen que el blanco del atentado eran los extranjeros, y que los autores querían “dañar el turismo”, uno de los pocos sectores de la economía tailandesa que van bien.

El templo, construido en 1956, está consagrado al dios hindú Brahma.

La policía ha pedido el apoyo de testigos y ha propuesto una recompensa de un millón de bahts (25.400 euros) por toda información que conduzca a su arresto. La policía pudo hallar e interrogar al conductor del mototaxi que recogió al hombre tras el atentado.

En total, entre los 20 muertos figuran 11 extranjeros: cuatro malasios, tres chinos, una británica residente en Hong Kong, otro ciudadano de esa misma ciudad, un singapurense, y un indonesio, según la policía. Asimismo, seis tailandeses fallecieron y tres cuerpos siguen sin ser identificados.

El balance de heridos subió a 123, una cifra que también incluye a varios extranjeros, entre ellos ciudadanos de Japón, Indonesia, Malasia, Omán, Filipinas y Singapur. Al menos 68 de los heridos están graves.

Mensajes amenazantes en Facebook

El martes a inicios de la tarde, otra zona turística de la capital, cercana al río, fue a su vez blanco de un ataque. Un pequeño artefacto explosivo, lanzado contra transeúntes cerca de una estación de metro aéreo, estalló sin dejar víctimas.

Las autoridades intentan identificar a los autores de mensajes publicados en Facebook en los que se advertía de un peligro inminente en Bangkok antes del ataque. Los mensajes provienen de un “grupo opuesto a la junta” militar en el poder, originario del norte de Tailandia.

Tailandia, un país muy dividido, es escenario de violencias políticas mortíferas desde hace alrededor una década.

El noreste del país es el bastión del movimiento de los Camisas Rojas, partidarios del antiguo gobierno, derrocado por un golpe militar en mayo de 2014 después de meses de manifestaciones opositoras.

“Si bien (los Camisas rojas) quieren hacer caer al gobierno, no creo que ataquen un santuario religioso hindú u otro”, estimó Zachary Abuza, experto independiente del terrorismo en el sureste asiático.

Por el momento, ningún grupo ha reivindicado el atentado pero las autoridades dijeron que no se asemeja a los ataques que se producen con frecuencia en el sur del país.

Esta región sureña, fronteriza con Malasia, es presa de un conflicto que se ha cobrado más de 6.300 vidas desde 2004. Nunca se había confirmado un ataque fuera de esta región a pesar de los años de guerra.