Un preservante de alimentos llamado Trehalosa, puede retrasar la progresión de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), enfermedad neurodegenerativa que afecta a 400 chilenos y que aún no tiene cura.

Las propiedades terapéuticas de esta sustancia están siendo investigadas por los Dres. Claudio Hetz y Soledad Matus, del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI), fueron abordadas en la vigésima séptima reunión anual de la Sociedad Chilena de Biología Celular, que se llevó a cabo en la ciudad de Puerto Varas.

La actividad contó con la presencia de científicos chilenos y relatores internacionales, entre ellos, el Premio Nobel de Medicina, el estadounidense Dr. Robert Horvitz.

El mal de ELA, el mismo que afecta al científico estadounidense Stephen Hawking, ataca a células especializadas del sistema nervioso llamadas motoneuronas, provocando una parálisis muscular progresiva, que puede ocasionar la muerte.

Ésta se desarrolla principalmente en hombres sobre los cuarenta años, y un 90% de los casos, se produce de forma espontánea. El 10% restante como ocurre con Hawking, tiene una causa de tipo genética o hereditaria. La doctora Soledad Matus, en conversación con Radio Bío Bío, dio a conocer la importancia de este preservante en los estudios que se llevan a cabo en torno a esta enfermedad.

Dichos estudios se iniciaron el año 2009 con apoyo de la Asociación de Distrofia Muscular de Estados Unidos, revelando que el suministro de esta droga contribuía de forma eficaz a la limpieza de las neuronas afectadas, proceso denominado autofagia.

Soledad Matus dijo que si bien no se puede hablar de cura, el impacto del descubrimiento es vital en el ámbito médico, pues actualmente sólo existe un fármaco para los pacientes: Riluzol, el cual mejora la aparición de los síntomas marginalmente, pero no la calidad de vida, además asumir el costo de esta enfermedad es alto.

El avance siembra esperanzas en pacientes familiares, ya que actualmente, las personas con ELA dejan de ser autovalentes y fallecen en un curso promedio de tres a cinco años luego del diagnóstico, hecho que implica un alto costo económico y humano. Con estos antecedentes, el próximo paso es llevar la estrategia a seres humanos.