La Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara de Diputados de Brasil, presidida por el polémico pastor evangélico Marco Feliciano, acusado de racismo y homofobia, aprobó una medida que busca permitir a las iglesias rechazar a personas “que violen sus valores y creencias”, según divulgó el organismo.

El texto, aprobado el miércoles, pretende permitir que las iglesias puedan rechazar a ciudadanos “que violen sus valores, doctrinas, creencias y liturgia”, sin que ello pueda ser considerado discriminación y por tanto no ser penalizadas por ello.

“La propuesta quiere evitar que los religiosos sean penalizados si se niegan a realizar bodas homosexuales, bautizos o otras ceremonias de hijos de parejas gays, o incluso aceptar la presencia de esas personas en templos religiosos”, resumió la agencia de noticias oficial de la Cámara.

Aunque la propuesta de ley no cita textualmente a los homosexuales, el autor del proyecto legislativo, Washington Reis, llamó directamente la atención en la justificación oficial de la medida “al hecho de que la práctica homosexual está descrita en muchas doctrinas religiosas como conducta en desacuerdo con sus creencias”.

“Esto significa la despenalización de la homofobia en los templos. Es un gesto de las cruzadas. Es inconstitucional”, declaró el diputado socialista Chico Alencar sobre la medida que todavía requerirá pasar por la comisión de Constitución y Justicia que definirá si tiene validez legal y constitucional para seguir trámite en la cámara.

Con el polémico pastor Marco Feliciano al frente, esa comisión tradicionalmente dedicada a derechos humanos y minorías había conseguido aprobar una medida en junio, autorizando a los psicólogos a proponer un tratamiento de homosexualidad a pacientes, una especie de terapia o “cura”, algo que el Consejo de Psicólogos ha prohibido en el país.

La Cámara de Diputados archivó luego esa medida, ante la ola de críticas en la opinión pública. Analistas estimaban que la nueva medida referente a las Iglesias seguiría el mismo camino.

El pastor evangélico de 40 años, que levanta las iras de ONGs y defensores de los derechos humanos en el país, fue electo presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Minorías en marzo, y desde entonces manifestantes y organizaciones exigen su renuncia en todo el país.