La final NBA de este año entre los campeones defensores Miami Heat y el retado San Antonio Spurs se está convirtiendo en una especie de montaña rusa, con los dos equipos alternando triunfos y fracasos que han ido de lo sublime a lo ridículo.

Por el momento, San Antonio lidera 2-1 la serie al mejor de siete partidos luego de la descomunal paliza de 113-77 que le dio en la noche del martes a Miami. Sin embargo, el Heat le había dado la misma dosis el domingo (103-84) en su cancha de la bahía miamense.

Esta noche está programado el cuarto juego de la serie, donde los locales, Spurs, buscarán dar un nuevo golpe y dejar el Heat al borde del abismo en las finales de la liga. Sin embargo,. LeBron James y compañía harán todo lo posible por dar el golpe y empatar la serie, que de paso les devolvería la ‘ventaja de localía’, en una serie al mejor de siete encuentros.

Pero para ello, Miami debe enfocarse y olvidar la paliza recibida el martes, y es que los 36 puntos de ventaja que le sacaron los Spurs a Miami el martes son el tercer margen de victoria más grande en la historia de finales de la NBA. Los Chicago Bulls del mítico Michael Jordan habían apaleado a Utah Jazz por 42 tantos en el tercer juego de la final de 1998 y los Boston Celtics apabullaron a los Los Angeles Lakers por 39 cartones en el sexto partido de 2008.

Los Spurs le arrebataron a los campeones la ventaja de cancha tras su victoria en el primer tope de la serie en Miami (92-88), y buscarán este jueves ponerse a un paso de su quinto título cuando ambos conjuntos vuelvan a enfrentarse en la arena de San Antonio.

Miami ha demostrado una tremenda capacidad física y mental de recuperación luego de una derrota, y esa es la razón de una tremenda temporada 2012-2013 con récord de victorias en la campaña regular y por la cual no han perdido dos encuentros de manera consecutiva desde el 10 de enero.

El propio técnico de Miami, Erik Spoelstra, sintetizó la pobre actuación de sus muchachos en el Juego 3 de las finales con una frase: “Tenemos lo que nos merecemos”.

La posibilidad de un bicampeonato consecutivo parece entre brumas ahora, pues Miami está obligado a ganar al menos uno de los tres juegos previstos en San Antonio (el quinto será el domingo) para regresar a su casa y tratar de liquidar la final.

“Tenemos lo que nos merecemos. Ellos jugaron a un gran ritmo desde el primer cuarto y nosotros no logramos imponer nuestro juego”, dijo Spoelstra. “Lo único que importa es que estamos 2-1 abajo y no estuvimos nada cerca de nuestro mejor juego esta noche. No reconocía al equipo que saltó a la cancha”.

A favor de Miami podría estar esta noche la dolencia muscular que sufre el armador estrella y cerebro organizativo de los Spurs, Tony Parker. El francés se lastimó el tendón de la corva durante el tercer cuarto del partido del martes, sin embargo podrá jugar.

“Me sentí un poco de dolor en el tendón de la corva. Espero que sea nada serio, sólo fatiga muscular o calambres, es raro”, dijo el francés, autor de 6 puntos y 8 asistencias en el partido.

Parker contribuyó poco el martes, pero no hizo falta porque los ‘escopeteros’ Gary Neal y Danny Green se cargaron el equipo a la espalda para destruir a Miami con sus 13 triples. San Antonio encestó 16 de 32 ‘bombazos’ a distancia y superó por dos el récord de más triples en un partido de las finales NBA.

A estas alturas ya el veterano entrenador de San Antonio, Greg Popovich, ha perfilado en su mente decenas de variantes en el caso de que Parker no juegue. Pero en todas está como una perenne condicionante la anulación del peligroso LeBron James.

El libreto que el ‘Coach Pop’ ha escrito para James se basa simplemente en mantenerlo lejos de la canasta, forzándolo a su tiro perimetral, que en el tercer partido estuvo infame, con apenas 1 triple en 5 intentos, y con la sorpresa de que no fue a la línea de tiros libres en todo el partido.

Su contribución de 15 puntos y 11 rebotes fue insuficiente para sacar al Heat del bache.

Criticado hasta la blasfemia cuando el Heat pierde e idolatrado hasta el ridículo cuando gana, James carga con la cruz de una pregunta perenne en toda su carrera: “¿Tendrá LeBron madera de verdadero campeón?”.

“Tengo que ser mejor. Si yo juego mejor, el equipo juega mejor. Es mi responsabilidad, y lo pongo todo en mis hombros”, reconoció LeBron al responder a las únicas dos preguntas que aceptó tras el partido.