Muchas personas se interesan por tocar algún instrumento musical en alguna etapa de su vida, ya sea en la infancia, adolescencia o ya en un periodo más adulto. Sin embargo no son tantos los que se mantienen constantes en esta tarea.

Es aquí donde algunos se preguntan si realmente sirvieron de algo los años en que dedicaron tiempo y paciencia a aprender a generar melodías.

Lo anterior no sería realmente un desperdicio de tiempo para los que comenzaron desde pequeños a tomar el gusto de la interpretación musical, pues según confirma un estudio de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, practicar música en la infancia mejora las funciones a largo plazo, teniendo algunas ventajas en la etapa adulta.

Si bien hay una gran cantidad de estudios en torno a los efectos de la música en los niños y adultos, son pocas las luces que se habían visto con respecto a lo que sucede con los menores que aprendieron a interpretar y crear con un instrumento, pero que dejaron de tocar en algún momento de la adolescencia.

Para determinar esto se realizó la investigación con 45 adultos, a quienes se les midieron las señales eléctricas del bulbo raquídeo. Los científicos observaron las respuestas generadas en los individuos que fueron expuestos a ocho sonidos complejos con diferentes tonos, los cuales generaron reacciones cerebrales auditivas que luego fueron analizadas para saber con qué intensidad eran capturadas por el sistema nervioso.

Luego se compararon los resultados entre personas que no tenían estudios musicales, otras que habían estudiado durante más de un año y otras que lo habían hecho durante más de seis años, descubriendo que los que si estuvieron inmersos en el mundo de las melodías, tenían más capacidad para extraer la frecuencia fundamental de una señal sonora dentro de un sonido complejo, lo que es esencial para la percepción musical y el habla, ya que pueden reconocer sonidos en un entorno complejo y ruidoso, según consigna ElMundo.

Todo lo anterior se traduce en una mayor percepción auditiva, lo que ayuda a que el sujeto tenga una mejor capacidad de comunicación y se pueda desenvolver mejor en el entorno, ya que las capacidades auditivas también están ligadas directamente a las experiencias sonoras que se han tenido en la infancia.