Diez familias de Chiguayante denuncian que aún no pueden dejar las mediaguas en que viven, esto debido a que las viviendas a las que postularon con subsidio a la reconstrucción presentan fallas estructurales.

Jéssica Santander tiene 64 años y le quedarían poco menos de tres meses de vida, según médicos por una enfermedad al hígado. La mujer también tiene una serie de restricciones médicas a las que poco puede obedecer, porque desde el terremoto vive con su hijo en una mediagua y espera hace seis meses que concluya la construcción de su nueva vivienda que tiene por fecha de entrega este lunes.

Aceptó el subsidio de reconstrucción para el levantamiento de un nuevo inmueble en su terreno, pero está profundamente decepcionada, ya que -según comentó- la ventana del baño no cierra, la casa presenta un notorio desnivel, las terminaciones quedaron mal realizadas con parches por doquier y las fisuras amenazan con provocar filtraciones en invierno.

La casa está “en el aire”, con sus paneles fuera de las bases y con un baño químico que no se ha limpiado desde hace más de una semana. Para ella la situación es indigna y siente que de a poco se le va acabando el tiempo, por lo que solicita que se hagan todos los arreglos que correspondan y que se le entregue una en buenas condiciones.

En la misma situación están otras nueve casas también de Villa Futuro, aunque algunas con más problemas que otras. En uno de los casos, hace tres meses que losencargados no se acercan para avanzar en las obras, lo que deja como saldo madera podrida y familias, a más de dos años del terremoto, aún sin un hogar digno.