En un año poco halagüeño, los accidentes, un escándalo de corrupción y la polémica por el viaje del Rey a Botsuana han afeado la imagen de una familia real española que presume de su popularidad.

El último sobresalto fue la caída del rey Juan Carlos el viernes durante una cacería en Botsuana, donde se partió la cadera derecha.

El monarca tuvo que ser repatriado urgentemente y operado el sábado en Madrid en el hospital USP San José, donde le colocaron una prótesis.

Los médicos que atienden al Rey, de 74 años, aseguraron este domingo que “la evolución del paciente es plenamente satisfactoria”.

“Está muy animado y pronto estará plenamente recuperado para volver a su actividad habitual”, abundó el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, después de visitarlo este domingo.

La Casa Real española no confirmó el motivo del viaje del monarca, indicando simplemente que se trataba de un desplazamiento privado.

Las circunstancias del accidente, sin embargo, han levantado cierta indignación en una España azotada por la crisis económica.

Según la prensa, don Juan Carlos viajó a Botsuana para participar en una cacería de elefantes, actividad que está autorizada con la condición de pagar entre 7.000 y 30.000 euros.

Este domingo, los principales diarios españoles mostraban una antigua foto del Rey posando, escopeta en mano, delante de un elefante muerto, una imagen que ha dado que hablar.

“Resulta muy poco ejemplar el espectáculo de un monarca cazando elefantes en África cuando la crisis económica en nuestro país provoca tantos problemas a los españoles, incluidas algunas situaciones familiares dramáticas. Ello transmite una imagen de indiferencia y frivolidad que el Jefe de Estado jamás puede dar”, critica el diario de centro-derecha El Mundo.

En diciembre, don Juan Carlos había pedido “rigor, seriedad y ejemplaridad”, lo que se interpretó como una alusión al escándalo de corrupción en el que está implicado su yerno Iñaki Urdangarin, quien tuvo que prestar declaración ante el juez en febrero.

En un intento por proteger su imagen, la Casa Real publicó por primera vez sus cuentas y excluyó a Urdangarin de sus ceremonias oficiales.

Pero según el diario de centro-izquierda El País, sigue habiendo demasiada opacidad en torno a los viajes privados del jefe del Estado al extranjero, que a menudo no son comunicados ni al gobierno, ni al Parlamento ni a la opinión pública.

El diario conservador y monárquico ABC titulaba este domingo con “El año más amargo” para el Rey desde que accedió al trono en 1975, recordando los últimos incidentes protagonizados por sus miembros.

Esta semana, el nieto mayor del monarca, Felipe Juan Froilán Marichalar de Borbón, de 13 años, se disparó accidentalmente en el pie derecho mientras manejaba una escopeta, una práctica prohibida en España a los menores de 14 años.

La intervención del sábado fue la cuarta a la que se ha sometido el Rey en los dos últimos años.

En 2010 se le extirpó un tumor benigno de un pulmón. El año pasado, se le implantó en junio una prótesis en la rodilla derecha y en septiembre fue intervenido por una rotura del talón de Aquiles.

En noviembre pasado, el Rey tuvo que asistir a una ceremonia oficial con gafas de sol para esconder un ojo morado, provocado según un portavoz de palacio por un “golpe contra una puerta”.

Los problemas de salud del monarca hacen pensar cada vez más en la sucesión en la persona de su hijo, el príncipe Felipe.

La sucesión real se presenta delicada en un país en el que, según los sondeos, la gente está más apegada al personaje de Juan Carlos que a la institución, declarándose más “juancarlista” que monárquica.

Rey posando junto a un elefante muerto

Rey posando junto a un elefante muerto