“El gobierno expresa sus condolencias luego del súbito anuncio de la muerte del presidente de la Comisión de la Defensa Nacional de Corea del Norte, Kim Jong-Il”, declaró el portavoz gubernamental, Osamu Fujimura, durante un contacto con la prensa.

“Debemos hacer que esta muerte súbita no tenga consecuencias negativas para la paz y la estabilidad de la península coreana”, añadió por su parte el Primer Ministro, Yoshihiko Noda.

“He ordenado a los integrantes del gobierno que colaboren estrechamente con Estados Unidos, Corea del Sur, China y los otros países involucrados”, precisó, para insistir en la necesidad de conseguir toda la información posible sobre la evolución de la situación en Corea del Norte.

Noda, además, mantuvo un contacto telefónico con el presidente surcoreano, Lee Myung-Bak, para asegurarse de que los dos países coinciden sobre esta coyuntura.

El primer ministro japonés pidió a sus equipos que estén listos a cualquier eventualidad.

Japón, que ocupó la península coreana en la primera mitad del siglo XX, mantiene relaciones hostiles con el vecino norcoreano desde la Guerra de Corea (1950-1953), ya que se siente directamente amenazado por los misiles y las pruebas nucleares de Pyongyang.

Además, Tokio tiene un contencioso particular a resolver con Pyongyang, relativo a los japoneses secuestrados en los años 70 y 80 por los servicios secretos de Corea del Norte para que enseñen la lengua y la cultura japonesa a sus agentes.