La crisis de la deuda en la zona euro ilustra una dependencia creciente de los Estados respecto a los mercados financieros, pero la política aún tiene mucho que decir y hacer, según analistas e inversores.

Las garantías formuladas esta semana por Alemania y Francia de que Grecia se mantendrá en la zona euro, y la intervención conjunta de cinco grandes bancos centrales para favorecer la financiación en dólares animaron las plazas bursátiles, y permitieron aliviar por un momento la presión sufrida por los Estados en una semana muy agitada.

Pero, ¿cómo interpretar los movimientos erráticos y brutales de los mercados financieros? Algunos quieren ver en ellos la mano de especuladores sometidos a potencias ocultas, empeñadas en destruir el euro. Pero en este pulso entre el mundo político y el financiero, economistas e inversores ofrecen otras explicaciones.

Estratega en Natixis, René Defossez ve el repunte de las bolsas estos últimos días como una reacción positiva de los mercados a los buenos anuncios procedentes de Estados e instituciones. Lo que, según él, demuestra es que éstos no carecen de poder.

El primer anuncio vino el miércoles de la Comisión Europea, que confirmó que está estudiando la creación de eurobonos, un mecanismo que permitiría mutualizar el riesgo de las deudas de los Estados de la zona euro, y que muchos inversores están pidiendo.

El segundo vino el mismo día de la canciller alemana Angela Merkel y del presidente francés Nicolas Sarkozy, “convencidos de que el futuro de Grecia está en la zona euro”.

Pero lo más decisivo fue la decisión el jueves del Banco Central Europeo (BCE) y sus homólogos estadounidense, inglés, suizo y japonés de favorecer la financiación de los bancos en dólares, con tres operaciones a tres meses.

Como suele ocurrir desde el inicio de la crisis, los institutos emisores son los únicos que aportan respuestas concretas e inmediatas a las tensiones en los mercados, ajustándose a su tempo, al contrario que los gobiernos de la zona euro, que a veces tardan meses en tomar decisiones y aplicarlas.

“Lo que pide el mercado es estar seguro de que se está haciendo una zona monetaria estable”, observó René Defossez.

Según él, el mercado “funciona como un juez-árbitro”, que “tiende a deshacerse de deudas desvalorizadas”, pero que “se precipitará sobre la deuda europea si se le dan argumentos para comprarla”, como sería el caso con los eurobonos.

René Defossez “no cree en la teoría del complot”. “Los fondos especulativos ingleses no tienen la intención de matar a Europa, cuya deuda han comprado durante mucho tiempo”. “Nadie está interesado en una implosión de la zona”, asegura.

Para Marc Touati, de Assya Compagnie financière, si los Estados han perdido terreno en su pulso con los mercados, es porque han dejado aumentar sus déficit públicos, recurriendo a inversores a los que ahora les deben mucho dinero.

“Hacer de los mercados el chivo expiatorio es un poco fácil”, considera. “Esta crisis resulta de una década de errores políticos y monetarios de los dirigentes europeos, que no han conseguido hacer de la zona euro una tierra de crecimiento fuerte, ni reducir la deuda y los déficit, ni armonizar la fiscalidad o el mercado laboral”, apunta.

Nicolás Véron, economista del centro de reflexión europeo Bruegel, destaca que “no es exacto decir que los mercados sólo piensan a corto plazo; tienen una capacidad de anticipación de cinco, diez o quince años, muy superior a la de los políticos, que sólo ven hasta la próxima elección”.