América del Sur podría aumentar de manera considerable sus reservas gasíferas, al explotar “shale gas” (gas de difícil extracción), con el desarrollo de nuevas tecnologías como la inyección de agua y arena en reservorios rocosos, según analistas que participan en un seminario en Bolivia.

El “shale gas” significa en castellano “gas de esquisto” y técnicamente se define como aquel que se halla principalmente alojado en zonas rocosas bajo tierra y cuya explotación con la tecnología tradicional de perforación y extracción es complicada.

La definición de esquisto es precisamente “grupo de rocas metamórficas”.

“En América Latina existe un potencial sumamente grande y de alta calidad, cuando se trata de ‘shale gas’”, afirmó el venezolano Enrique Sira, de la consultora privada británica Cambridge Energy Research Associates (CERA), durante un seminario de gas y petróleo en Bolivia.

Según el especialista, “en un futuro cercano se van a materializar inversiones de ‘shale gas’, básicamente en Argentina y Colombia, pero no significa que en otros países no hayan potencialidades en escala menor, como Brasil y Uruguay”.

Un ejemplo de reserva tipo “shale gas” es el que descubrió Argentina en diciembre de 2010, en la provincia de Neuquén, donde se hallaron 4,5 trillones de pies cúbicos.

“El ‘shale gas’ es una técnica que permite recuperar gas que era económicamente inviable. La tecnología permite recuperar un gas que antes no podía recuperarse”, dijo a la AFP el analista energético y ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia Mauricio Medinacelli.

El especialista explica el funcionamiento del sistema.

“Básicamente consiste en introducir dentro de la tierra agua y arena y con esto destrozan unas piedras que hay abajo; al destrozar las piedras se liberan millones de millones de partículas gas y ese gas sale de la tierra”, indicó.

Sira, de la consultora CERA, aclara sin embargo que la multiplicación de las reservas de gas no es automática, pues se requieren estudios sobre el tipo de tierra y roca que compone un reservorio, establecer sus potencialidades y estudiar toda la logística para aplicar esta iniciativa, principalmente, por el uso abundante de agua.

Sira dice que para habilitar un pozo de “gas no convencional” se necesita reservas, pues se requieren, como siempre en la actividad de gas y petróleo, estudios no sólo técnicos, sino de mercado y de precios del energético para hacer viable su utilización.

Medinacelli señaló que por ahora Estados Unidos “es el país que principalmente ha estado utilizando este sistema del ‘shale gas’ desde 2006, país que pasó de 1.342 Trillones de Pies Cúbicos (TCF) de reservas de gas a 2.011 TCF en los últimos años.

Agrega que por la utilización de abundantes cantidades de agua hay siempre cuestionamientos de tipo ecológico. “Hay un problema ambiental, porque para recuperar ese gas hay que meter grandes cantidades de agua y arena”, reiteró.

“¿El shale gas es una revolución para la explotación de gas?” se pregunta Decio Oddone, ejecutivo del gigante brasileño petroquímico Braskem y él mismo responde con cierto grado de sarcasmo: “Mucho se habló que el shale gas es una revolución. No es una revolución que ya está ocurriendo, es una revolución que ya ocurrió”.

Puso como ejemplo que EEUU “está perforando más de 3.000 pozos” por este nuevo sistema, mientras Sudamérica recién está estudiando cómo utilizar estos métodos de extracción del energético.