Los miembros de las comunidades que sufren a diario la violencia de las pandillas británicas recibieron con escepticismo la promesa del primer ministro David Cameron de luchar contra esta lacra tras los violentos disturbios de la semana pasada en Inglaterra.

Cameron declaró la “guerra total” a las pandillas, a las que responsabilizó por las cuatro noches de violentos saqueos y tildó de una “enfermedad criminal importante que ha infectado calles y barrios en todo el país”.

También contrató al “superpolicía” estadounidense Bill Bratton para que le asesore en materia de lucha contra las pandillas y extendió el uso de órdenes judiciales para evitar que éstas lleven sus colores distintivos o se reúnan en ciertos lugares.

“Los problemas sociales que nos han estado gangrenando durante décadas nos han estallado en la cara”, dijo el primer ministro.

Pero para quienes viven y trabajan con este problema, el gobierno ha tardado demasiado tiempo en darse cuenta, y en este lapso las pandillas se han vuelto cada vez más violentas y sus miembros más jóvenes.

Sheldon Thomas, un ex pandillero que ahora dirige un programa de tutorías para jóvenes con problemas en Londres, coincide con Cameron en que la sociedad británica está “rota”.

“Gente como yo llevamos décadas diciéndolo”, afirmó. “La gente está enojada, está frustrada. No hay trabajo, no hay aspiraciones”, agregó.

Sin embargo, acusa al primer ministro de actuar ahora sólo porque las imágenes de jóvenes saqueando y arrasando zonas relativamente acomodadas de Londres la semana pasada escandalizaron a la opinión pública.

Según él, en los últimos 10 años se registraron hasta 800 asesinatos relacionados con las pandillas en el Reino Unido sin que ninguno de los gobiernos sucesivos hiciera nada.

“¿Somos ahora una nación que valora el materialismo por encima de la vida de un joven de 14 años que fue perseguido por varios miembros de una pandilla que le dieron 17 puñaladas por un BlackBerry?”, señala furioso.

Para Patrick Regan, que dirige la asociación juvenil XLP y asesoró al viceprimer ministro Nick Clegg sobre los disturbios, la respuesta también ha sido tardía.

“La gente ha estado avisando durante años de que podía ocurrir algo así. Espero que haya una perspectiva a largo plazo”, dijo.

Regan consideró no obstante improbable que las pandillas sean las únicas responsables de los disturbios. “No eran todos jóvenes, y algunos eran simples oportunistas, arrastrados en una dinámica de grupo”, agregó a la AFP.

Además, muchos pandilleros conocidos se quedaron en casa durante los disturbios “porque sabían que si salían serían blanco de la policía”, dijo citando conversaciones que mantuvo con autoridades locales.

Un informe sobre pandillas británicas publicado en 2009 por el Centro para la Justicia Social concluyó que sólo en Londres operan 170 bandas callejeras, aunque Seldon Thomas estima su número en 260, y un total de 15.000 miembros.

Otras 170 actúan en la ciudad escocesa de Glasgow, donde las autoridades reivindican haber reducido a casi la mitad en dos años los crímenes cometidos por pandilleros a través de programas comunitarios.

Los trabajadores sociales piden más recursos para este tipo de programas, e incluso Bill Bratton ha advertido a la policía británica que no podrá solucionar el problema sola. “Se necesitarán numerosas estrategias de intervención y prevención”, declaró el ‘superpolicía’.

Aunque hace años las pandillas se definían por criterios étnicos, ahora están más ligadas a un territorio y a menudo controlan el tráfico de drogas en la zona.

Van del grupo de jóvenes marginados a la organización criminal, pero un reciente informe gubernamental estimó que sus miembros buscan en ellas protección, sentimiento de pertenencia, estatus y dinero.

Gavin McKenna, de 21 años y antiguo miembro de una pandilla en Newham, en el este de Londres, solía llevar un cuchillo y robar a la gente con sus compañeros, pero dice que no estaban organizados y sólo trataban de “sobrevivir”.

El tampoco tiene demasiada fe en el gobierno. “Van a poner parches, como hacen siempre”. “No les importamos”, concluyó