El ejército paquistaní pudo retomar el control este lunes, luego de 17 horas de combates que dejaron diez militares muertos, de una base aeronaval en Karachi (sur) atacada por un comando de kamikazes talibanes para vengar la muerte de Osama bin Laden.

El poderoso ejército paquistaní sufre un nuevo revés en el peor momento, en el centro de una de sus instalaciones sensibles en la ciudad más grande de la única potencia militar nuclear del mundo musulmán.

El ejército está en efecto cuestionado por Washington, que se extraña que el jefe de Al Qaida haya podido vivir durante años tranquilamente en una ciudad donde hay una guarnición, y por una opinión pública profundamente anti-estadounidense que se pregunta cómo un comando norteamericano pudo penetrar impunemente para eliminar a Bin Laden.

Los detalles de la operación seguían siendo confusos este lunes por la tarde.

El ministro de Interior, Rehman Malik, anunció él mismo en una conferencia de prensa que todos los atacantes habían muerto. Pero luego se retractó.

“Entre cuatro y seis terroristas” ingresaron el domingo hacia las 23H00 en esta base del centro de la capital económica del país, de 16 millones de habitantes, utilizando “escaleras” para pasar sobre los muros de la base, declaró.

“Cuatro murieron”, de los cuales uno de ellos habría hecho estallar su chaleco bomba, y “dos parece que se escaparon”, agregó revisando a la baja el balance de los militares muertos, que pasó de 13 a diez.

Responsables paquistaníes habían mencionado anteriormente entre 10 a 15 terroristas, mientras que los talibanes se refirieron a entre 15 y 20 kamikazes.

Una vez en el interior, los atacantes dispararon con armas livianas y lanzacohetes, destruyendo dos aviones de vigilancia costera de la Armada P-3C Orion entregados por Estados Unidos, según un portavoz de la Armada.

17 extranjeros, de los cuales 11 trabajadores chinos, salieron sanos y salvos del ataque, agregó Rehman Malik desmintiendo las informaciones según las cuales algunos de ellos habrían sido tomados como rehenes.

El Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), un grupo que adhirió a la red de Al Qaida y que desde 2007 realiza una campaña de mortíferos atentados en todo el país, reivindicó este ataque el lunes por la mañana.

“Reivindicamos este ataque para vengar a Osama”, declaró por teléfono a la AFP Ehsanullah Ehsan, portavoz del movimiento.

El TTP había jurado vengar la muerte de Bin Laden, el 2 de mayo a manos de un comando estadounidense en Abbottabad (norte), atacando sobre todo a las fuerzas de seguridad. Los talibanes acusan a Islamabad y al ejército de ser cómplices de la incursión estadounidense.

El TTP y grupos islamistas aliados llevan adelante una campaña de atentados suicidas y de ataques que han dejado casi 4.400 muertos en unos cuatro años. Este es el tercer ataque que reivindica en represalia por la muerte del jefe de Al Qaida.

El primero, un doble atentado suicida en un centro de entrenamiento de la policía en Shabqadar (noroeste), había dejado 98 muertos en 13 de mayo.

El TTP reivindicó el viernes un atentado con bomba contra los vehículos de diplomáticos del consulado de Estados Unidos en Peshawar (noroeste) donde murió un transeúnte y quedaron heridos dos estadounidenses.

El domingo, varios miles de personas se manifestaron en Karachi para exigir que terminen los ataques casi cotidianos de los aviones teleguiados de la CIA en las zonas fronterizas con Afganistán en el noroeste, bastión del TTP y santuario de Al Qaida.

Este lunes siete insurgentes islamistas murieron en un ataque de un avión teledirigido en el noroeste.

La policía y el ejército paquistaníes han sido los principales objetivos de los atentados y ataques del TTP desde mediados de 2007 cuando junto con Bin Laden decretó la “guerra santa” a Islamabad y a sus fuerzas de seguridad.

El 10 de octubre de 2009 un comando de talibanes había incluso atacado el importante cuartel del ejército en su bastión de Rawalpindi y matado a 11 militares y tres rehenes antes de caer bajo las balas de las fuerzas de seguridad.