Brisbane | Foto: Brisbane - Australia en Facebook

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Con las primeras luces del alba este jueves en Brisbane, el desastre que afectó la ciudad va quedando de manifiesto en toda su amplitud: casas inundadas hasta el techo, rutas desaparecidas bajo torrentes de agua barrosa y el centro de la ciudad que parece una isla.

Milton, St Lucia, Fairfield, Oxley… figuran en la larga lista de los barrios ribereños del río Brisbane cubiertos por las aguas que ya cobraron una primera víctima en esta ciudad de dos millones de habitantes.

Desde una callejuela transformada en canal aparece una embarcación. A bordo, Brenton, Dwayne y Chris fueron a constatar los daños de la típica casa del Queensland que comparten y que está cubierta de tablas.

“En el salón, el agua nos llega a la cintura. El martes habíamos comenzado a subir todo hacia el techo, pero ayer en la noche, cuando el nivel del agua aumentó aún, tuvimos que evacuar lo que nos quedaba para llevarlo a casa de vecinos”, relató Brenton y consultante de 23 años.

“Salvamos documentos, diplomas, pasaportes, alguna ropa y el gran televisor, porque sin él, ¿cómo vamos a mirar los partidos de cricket?” exclamó con una carcajada, como para evacuar la inquietud y la tensión que se adivinan en su rostro.

Este pequeño barrio residencial, al pie del estadio Suncorp, transformado en inmensa piscina, ya había sido afectado en 1974 por inundaciones que dejaron catorce muertos.

“Nuestra casa que data de los años 1920 había resistico a las inundaciones de 1974, pero habrá que verificar las estructuras y los pilares antes de poder volver a vivir en ella”, agrega Brenton.

Si los habitantes comienzan a volver a Milton para inspeccionar sus casas, no ocurre lo mismo en Fairfield o St Lucia donde tanto los puentes de acceso como las rutas están cortados.

El centro de la ciudad convertido en una isla sitiada por las aguas, se depertó sumergido en parte, pero relativamente aliviado, pues el río no alcanzó en la noche el nivel anunciado.

Por todas partes hay basureros flotando y el agua llega en algunos lugares al nivel de los paneles de señalización o corre por el lugar donde se construye un edificio.

Mientras algunas personas toman fotos, la policía trata con dificultad de hacer evacuar las zonas peligrosas, en medio de un fondo sonoro de las alarmas de los edificios vacíos.

“Era peor, mucho peor en 1974″, afirma John McLeod, responsable de la seguridad del hotel Stamford Plaza, ubicado junto al río y cuyo sótano está bajo 3,5 metros de agua.

“Es demasiado pronto para evaluar las pérdidas, se podrá hacerlo cuando baje el nivel del agua, sin duda el lunes o el martes”, agregó.

Algunos ciclistas avanzan en más de un metro de agua, con la cámara fotográfica en bandolera.

“Mi padre que tiene 68 años había tomado fotos en este mismo lugar en 1974, vamos a comparar”, explica Aaron Lewis.

“Felizmente, el agua no subió mucho esta mañana, es un alivio, estamos a salvo” agregó Aaron que aloja a su hermano y su esposa, pues ellos “perdieron todo”.

Cien metros más lejos, desde la orilla del Jardín Botánico, Liz Leys, de 53 años, observa inquieta a su marido que trata de amarrar más sólidamente su velero “Ayla”, amenazado por la violencia de la corriente.

Con los ojos llorosos, Liz responde al policía que los insta a partir. “Vivimos en el velero desde hace 24 años, si corta las amarras, no quedaremos sin nada”.