Pterosaurio | Wikipedia

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Los pterosaurios, los primeros y más grandes vertebrados con capacidad de volar que se conoce, se adaptaron muy bien a las brisas tropicales pero se habrían estrellado en caso de tempestad, según un estudio británico publicado este miércoles.

Los biólogos especializados en la evolución estudian desde hace mucho las capacidades aerodinámicas de esas criaturas gigantes, que vivieron en la Tierra al mismo tiempo que los dinosaurios, durante la era mesozoica, hace 220 a 65 millones de años.

Algunos científicos han emitido incluso la hipótesis de que los pterosaurios, entre ellos el más conocido, el pterodáctilo (“dedo volante” en griego antiguo), simplemente no podían volar.

Con su envergadura que podía alcanzar los 12 metros y su peso de unos 200 kilos, despegar no debía ser cosas fácil para los pterosaurios.

Colin Palmer, ingeniero y paleontólogo de la Universidad de Bristol (Gran Bretaña), ha demostrado, sin embargo, a través de experimentos con viento artificial, que esos animales prehistóricos en realidad se habían adaptado muy bien a ciertos tipos de vuelo.

Palmer, en base a fósiles, creó modelos de alas de pterosaurio con resina y fibra de carbono. Luego, inspirándose en experimentos llevados a cabo con palas de hélices o con cascos de veleros, probó la resistencia y la aerodinámica de estas alas en un túnel de viento, como cualquier ingeniero aeronáutico probando el ala de un avión.

Según él, los pterosaurios se adaptaron a un vuelo tranquilo, transportado por las corrientes cálidas ascendentes, principalmente en las laderas de colinas y en las zonas costeras.

Este vuelo lento y de geometría variable también les permitía tocar tierra suavemente, reduciendo el riesgo de romper sus huesos, relativamente frágiles, en la fase de aterrizaje.

“Los huesos de los pterosaurios eran huecos y por lo tanto muy vulnerables en caso de choque, por una baja velocidad en el aterrizaje era un elemento importante para evitar lesiones”, indica Colin Palmer, cuyos trabajos son publicados en “Biological Letters” de la Royal Society.

Sus experimentos también mostraron, sin embargo, que el menor viento de tormenta seguramente precipitaba a esa criaturas al suelo. “En contrapartida, (los pterosaurios sufrían de una alta vulnerabilidad ante vientos fuertes y turbulencias, tanto en vuelo como en tierra, como los planeadores modernos”, resume el investigador.