Kamikazes talibanes atacaron el sábado de madrugada una importante base aérea de la OTAN en el este de Afganistán, provocando un enfrentamiento con tropas afganas e internacionales que se saldó con la muerte de ocho insurgentes.

Posteriormente, al menos diez personas murieron en un atentado con moto bomba en un mercado de la norteña provincia de Kunduz, aparentemente dirigido contra el líder local de una milicia progubernamental.

La OTAN anunció por su parte la muerte de tres soldados extranjeros a raíz de un ataque insurgente en el sur del país, sin dar más detalles.

Los talibanes, que a menudo exageran los detalles de sus ataques, afirmaron que 14 kamikazes participaron en el asalto contra la base aérea militar de Yalalabad (este), una de las más importantes del país.

Sin embargo, la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) afirmó que sólo uno de ellos llevaba un chaleco con explosivos y que ocho murieron en un tiroteo con fuerzas de la OTAN y afganas.

“La avanzada (de la OTAN) fue blanco de disparos de armas ligeras de un número indeterminado de insurgentes pero, tras haberlos localizado, el ejército afgano y la fuerza internacional de la OTAN reaccionaron rápidamente” y “mataron a ocho rebeldes, uno de los cuales llevaba un chaleco suicida”, indicó en un comunicado.

“Catorce kamikazes entraron al aeropuerto, algunos hicieron estallar sus bombas, los otros siguen luchando”, declaró por teléfono a la AFP, tres horas después del inicio del ataque, Zabihulá Mujahid, uno de los portavoces de los talibanes.

Horas después, diez personas murieron, entre ellas tres niños, y otras 18 personas resultaron heridas al estallar una motocicleta bomba en un mercado del distrito de Iman Saheb en Kunduz, anunció el ministerio afgano del Interior.

El jefe del distrito, Mohamed Ayub Haqyar, precisó que dos de las víctimas eran miembros de la “fuerza de la policía local”.

Esta “policía local”, compuesta por unos 10.000 hombres en todo el país, está formada por aldeanos armados y pagados por el gobierno, según el modelo de las milicias tribales sunitas que en Irak permitieron contener la insurrección.

Los talibanes, cuyo régimen fue derrocado en 2001 por una fuerza internacional dirigida por Estados Unidos, iniciaron desde entonces una sangrienta campaña para recuperar el poder y expulsar a las tropas extranjeras que protegen al gobierno del presidente Hamid Karzai.

El año 2010 ha sido el más letal para la fuerza extranjera compuesta por 150.000 soldados, con un total de 636 militares muertos.

En junio pasado, los talibanes ya habían atacado la base de Yalalabad con un coche bomba y con cohetes, apenas unos días después de que el general estadounidense David Petraeus tomase el mando de las tropas de la OTAN en Afganistán.

Yalalabad, donde están estacionadas más de 2.500 personas entre militares y civiles, es una de las más importantes bases de la OTAN en Afganistán, como Kandahar en el sur y Bagram, al norte de Kabul.

En el pasado, Kandahar y Bagram también han sido blanco de ataques de los talibanes.

El ataque de este sábado se produce después de un fallido atentado suicida contra un convoy de tropas extranjeras y afganas el viernes en las inmediaciones de una base militar en la capital.

Por otra parte, la ISAF informó que había capturado a un “alto dirigente talibán” y a otros presuntos insurgentes tras descubrir un importante depósito de armas en la provincia de Helmand (sur).