La oposición estima que la automarginación del arzobispo Ricardo Ezzati de la mesa de diálogo, es una señal de molestia de la jerarquía católica por la forma en que el gobierno está manejando la huelga de hambre mapuche.

Dirigentes opositores manifestaron su escepticismo sobre los resultados de la mesa de diálogo iniciada en el Cerro Ñielol, porque -a su parecer- la instancia fue instalada por La Moneda para debatir sobre una de sus políticas, el Plan Araucanía, pero no para resolver la urgencia de la huelga de hambre.

Esta impresión se afianza en las filas concertacionistas ante la negativa del arzobispo de Concepción, Ricardo Ezzati, principal interlocutor con los comuneros en ayuno, a integrarse a esas conversaciones.

El subsecretario general del PPD, Domingo Namuncura, hombre cercano al episcopado, opinó que la decisión del prelado es una señal de la crítica en la jerarquía católica a la forma en que el gobierno ha enfrentado la huelga de hambre.

Coincidió con Namuncura el vicepresidente del Partido Socialista, Marcelo Díaz, quien dijo que la automarginación de Ezzati es una muestra de descontento de la jerarquía eclesiástica porque el gobierno no acogió su deseo de analizar la huelga de hambre en la mesa de diálogo.

El diputado pronosticó escaso éxito para la iniciativa del ejecutivo.

Por su parte, el senador del MAS, Alejandro Navarro, cuestionó que el gobierno no haya respaldado las gestiones emprendidas por el arzobispo Ezzati.

Los dirigentes opositores rechazaron también que el presidente Sebastián Piñera compare la situación de los mineros atrapados en la mina San José y la de los mapuche en huelga de hambre. A su juicio, son dos realidades complejas y -con sus dichos- el mandatario minimiza la protesta de los comuneros.