La postergación de la vida en pareja, la continuidad de los estudios y una relación más abierta entre los hijos y sus progenitores propician el aplazamiento del abandono del nido.

Imagen | grouchoreviews.com

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En los años 70, el músico argentino Roque Narvaja se hacía famoso con un tema que se llamaba “Yo quería ser mayor”, que terminaba con un contradictorio coro que repetía “yo ya no quiero ser mayor”. A cuatro décadas de ese éxito musical, esto aparece como una realidad en Chile pues los jóvenes de hoy, pese a que buscan la independencia, no abandonan el hogar de sus padres después de cumplir 25 años.

Así lo reveló la reciente investigación del Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (CEOC) de la Universidad de Talca, que descubrió que existe una fuerte dependencia familiar de las personas mayores de 25 años. Para los jóvenes encuestados, la razón más fuerte para no irse de la casa es la falta de dinero (el 77% sostiene que gana menos de 600 mil pesos). Incluso, aquellos que optaron por salir debieron regresar, mayoritariamente por razones económicas (29.5%).

De acuerdo con el informe, también incide en esta realidad la inserción de la mujer en el mundo laboral, que ha obligado a postergar la vida en pareja, con el objeto de desarrollarse en otros ámbitos. Asimismo, se observan diferencias generacionales como la mayor apertura y una estructura en la relación padre-hijo más estrecha en estos tiempos.

Tras analizar el estudio, el rector, Álvaro Rojas, afirmó que este fenómeno social no se produce sólo en Chile. “Ésta en una generación de padres muchísimo más tolerantes que han debido soportar dos grandes golpes o pérdidas en sus vidas: por un lado, fueron hijos de padres muy autoritarios que imponían reglas muy rígidas y que no estaban dispuestos a transar; y ahora que son ellos los padres, se enfrentan a una generación de jóvenes (hijos) que tampoco transan, imponiendo así sus propias reglas”, expresó.

Llama la atención que entre los jóvenes encuestados, un alto porcentaje (80%) cree que sus padres están felices de tenerlos en casa, comparado con el 48.1% de los padres que confirma esta apreciación. Pese a esta diferencia, el 95.6% de los padres declara que está dispuesto a recibir de regreso a sus retoños si éstos se han ido, y más allá de ello, el 60.6% asegura que los acogería las veces que fuera necesario.

Concluye el estudio que este fenómeno que se observó en Europa en los años 80, en nuestro país empieza a ser reiterativo desde los mediados de la presente década. El crecimiento económico, el aumento de la escolaridad y la masificación de la mujer en el mundo laboral, han propiciado la vida de soltería, lo que a su vez, es un gran insumo de la realidad que retrata la investigación del CEOC.

Sin embargo, estos solteros que viven al alero de sus padres tienen un mejor poder adquisitivo, en comparación con lo emancipados. Asimismo, muchos de los padres encuestados cuentan con un buen pasar económico que les permite acoger a sus hijos.

Estudiar en la Propia Ciudad
El rector, Álvaro Rojas, afirmó que el estudio “Dependencia residencial de jóvenes mayores de 25 años” se justifica plenamente porque esta realidad que plantea el CEOC comienza cuando los jóvenes deben elegir qué hacer con sus vidas tras salir de la educación media.

Explicó que las cifras aseguran que “más de 8 mil jóvenes contaban con este perfil del estudiante que se queda en casa”. Esto ha significado todo un cambio en el sistema universitario, “ya que la matrícula se ha regionalizado fuertemente.

Esto parte desde el momento en que la migración por estudios de pregrado a otra ciudad ya prácticamente no se produce y los jóvenes se quedan en sus casas mientras estudian”, precisó la autoridad.

Ficha de la Encuesta
El universo de encuestados corresponde a personas mayores de 25 años que no se han independizado de sus padres. Se contó con observaciones de 200 jóvenes y 200 padres. La encuesta se aplicó entre junio y julio de este año, vía online.