Al menos 24 muertos, entre ellos el número 2 de los servicios secretos, dejó un atentado perpetrado por talibanes en el este de Afganistán, en momentos que el país sigue a la espera de los resultados de la elección presidencial.

En la mañana, al autor del ataque hizo estallar su cinturón con explosivos delante de una mezquita de Mihtarla, la capital de la provincia oriental de Laghman.

Una reunión consagrada a la lucha contra el narcotráfico y a la inseguridad acababa de terminar en la mezquita, según el portavoz de las autoridades provinciales, Sayed Ahmad Safaï.

Un vocero de los talibanes que reivindicó el atentado en un llamado telefónico a la AFP, afirmó que el objetivo era Abdullah Laghmani, jefe adjunto de la Dirección nacional de la seguridad (NSD), los servicios secretos afganos.

El presidente Hamid Karzai señaló que el ataque dejó 24 muertos. De todas maneras, las autoridades locales reseñaron 23 víctimas. Entre ellas 19 civiles y 4 representantes de las autoridades nacionales y provinciales, según el Gobernador de Laghman, Lutfullah Mashal.

Además del número 2 de los servicios secretos, murieron también Amadudin Abdulrahimzai, Jefe del Consejo Provincial (parlamento local), el Director General de la Gobernación Provincial y el Representante Local de los Asuntos Religiosos.

Otras 52 personas resultaron heridas, según el director provincial de Salud, Abdul Qayum.

Se trata del segundo ataque más mortífero desde las elecciones presidenciales y provinciales del 20 de agosto.

El 25 de agosto, 43 personas murieron al estallar un camión bomba en Kandahar, la gran ciudad del sur, en un ataque que arrasó una docena de edificios y provocó conmoción en la ciudad.

Ubicada al este de Kabul y a menos de 100 km de la frontera paquistaní, la provincia de Laghman está en general relativamente preservada de la violencia.

El representante especial adjunto de la ONU para Afganistán, Peter Galbraith, condenó el atentado, declarándose “escandalizado” por el ataque delante de una mezquita en pleno mes del ramadán.

En los últimos días, los talibanes, expulsados del poder en 2001 por una coalición militar dirigida por Estados Unidos, han intensificado considerablente sus ataques, obligando a Washington a reforzar sus tropas.

Unos 100.000 soldados completan las fuerzas internacionales en ese país, pero los ataques no ha cesado desde los comicios del 20 de agosto.

La incertidumbre pesa sobre la legitimidad de esos comicios debido a la escasa participación, reclamos por fraude, sobre todo en contra del presidente Hamid Karzai, instalado en el cargo por la comunidad internacional desde fines de 2001. (AFP)