CALENDARIO MEDALLERO

Domingo 22 agosto de 2021 | 13:18

Perdió su pierna por salvar a amigo: la heroica historia de nadador paralímpico que estará en Tokio

por Alejandro Mora

Foto: Getty Images

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Ibrahim Al Hussein se convertirá en uno de los seis deportistas que representarán al Equipo de Refugiados en los Juegos Paralímpicos de Tokio (24 de agosto a 5 de septiembre), siendo su segunda vez consecutiva compitiendo en los 100 metros braza y 50 metros libre.

Una participación en la que, sin duda, se volverá a recordar la emotiva historia del nadador, quien se transformó en héroe tras perder su pierna por salvar la vida de un amigo.

“Me gritaba que lo ayudara. Nunca olvidaré esos momentos en los que le estaba viendo morir frente a mí mientras me pedía auxilio. Sabía que si iba podían dispararme, pero decidí hacerlo porque nunca me habría perdonado dejarle morir en medio de la calle“, recordó en una conferencia de prensa previa a las Olimpiadas.

La guerra en Siria, su país, era insostenible en pleno 2013, año en que a Ibrahim tuvieron que amputarle su pierna derecha tras haberle explotado una bomba cerca de él, luego de atender a su amigo.

“No entendía que estaba pasando. La presión de la bomba, el humo y la atmósfera. Tuve heridas en el pecho, en los brazos y en mis dos piernas. Vino gente a ayudarme tras escuchar el sonido de la bomba”, reveló.

Un momento traumático en la vida de Al Hussein, que además, derrumbaría su sueño de competir internacionalmente y en unos Juegos Olímpicos, sin saber en ese instante lo que le depararía el destino.

Desde pequeño, el río Éufrates era el lugar favorito de Ibrahim. Debido a su cauce, podía nadar sin ningún problema, simulando estar en una piscina profesional e incluso, un pequeño puente colgante le servía como trampolín para realizar clavados. Sin embargo, él mismo relata que en 2011 ya no era seguro ir a nadar y poco a poco, comenzó a ver lejano su anhelo de convertirse en un nadador reconocido.

A pesar de no hacerlo con sus brazos y luego de perder parte de su pierna, logró cruzar el Éufrates en una balsa con destino hacia Turquía. Fue allí donde conoció a otros refugiados sirios, quienes le dieron alojamiento y le consiguieron una prótesis. No obstante, le era imposible caminar más de 300 metros sin que se le saliera.

Un país al cual le agradece, pero que debido a sus necesidades, tuvo que abandonar para emigrar a Grecia gracias a la ayuda de varios conocidos en Estambul, quienes le pagaron el boleto. “Siempre digo que esta fue la fecha en la que volví a nacer”, recalca Ibrahim.

“Tenemos un dicho en árabe; haz el bien y tíralo al mar. Un día volverá a ti”, profundizó. Un refrán que se hizo realidad a lo largo de su vida y sobre todo, luego de su traumático incidente.

Al llegar a la Isla de Samos, comprendió que no podía prosperar aislado de todo y como si el destino se hubiera encargado de pagarle todo lo que le debía, volvió a recibir ayuda de los pocos amigos que se hizo en la isla para emprender rumbo a Atenas.

Apenas llegó a la capital griega, Ibrahim no lo pasó bien. “Algunas noches no tenía comida ni nada. Incluso comía frutas de los árboles de la calle”, contó en la rueda de prensa.

Al Hussein sabía que independiente de las penurias que le tocaba pasar, esa ciudad era su lugar en el mundo. Un sacrificio que acabaría encontrando su recompensa luego de conocer a un refugiado sirio que se interesó en su historia como deportista y le pagó a un médico para regalarle una prótesis que costaba 12.000 euros.

Mientras trabajaba arduamente para ahorrar y vivir en un pequeño departamento, Ibrahim se inscribió en un club deportivo, donde aunque pasó varios años practicando otros deportes, pudo volver a la natación. “Me ayudaron para conseguir entrenar en la “piscina olímpica de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2004 en Atenas. Poder entrenar ahí me dio mucha motivación para seguir adelante con la esperanza de que algún día pudiera dar un mensaje al mundo entero. Entonces empecé a soñar con ir a unos Juegos Paralímpicos“, manifestó.

Un sueño que se haría realidad en Rio 2016, en donde se transformó en uno de los abanderados del Equipo de Refugiados y convirtiéndose en el primer refugiado en portar la antorcha olímpica en la ceremonia de inauguración.

“Quiero que todos los refugiados tengan oportunidades en el deporte. No puedo imaginar mi vida sin el deporte. Puedo dejar de comer, pero no puedo dejar de tenerlo en mi vida. Es lo que me hace seguir adelante”, sentenció el nadador paralímpico que volverá buscar hacer historia.

Cabe consignar que gracias a la heroica acción en 2013 de Al Hussein, su amigo sobrevivió y ya se prepara, junto a sus tres hijos, para alentar al nadador en la edición 2021 de los Juegos Paralímpicos.

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