Este caso en particular parece más a un tráfico de órgano intergeneracional involucrando un adulto con posición de poder y un menor de edad. Es una situación distopia que se aleja bastante a la donación virtuosa de órganos entre familiares para salvar la vida de uno de ellos.
Una buena parte de la comunidad científica piensa que, más que programas anti-aging, la idea es que las personas envejezcan bien, teniendo acceso a tratamientos de salud eficaces y, en consecuencia, que mejoren su calidad de vida. De esto nace el concepto de longevidad saludable, una esperanza de vida más larga y mejor nivel de salud.
Instituciones de excelencia como el centro IMPACT liderado por la Universidad de Los Andes junto con 4 universidades tradicionales, están trabajando en esa línea, investigando patologías como el cáncer, la artrosis y la depresión entre otras, que son algunas de las afecciones de mayor prevalencia en la vejez y la mejor de afrontarlas desde el punto de vista terapéutico.
También es necesario destacar que existe el “Desafío Global de Longevidad”, iniciativa que financia investigaciones científicas orientadas a mejorar el bienestar de las personas mayores. Así, la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) implementó una línea de financiamiento a ideas nuevas y potencialmente transformadoras para mejorar la salud de las personas, así como su bienestar físico, mental y social. De esta forma, Chile está siguiendo un modelo ideal basado en la evidencia y alejándose de un modelo de “hackeo biológico” tal como el que plantea el caso de las transfusiones del señor Johnson.
Además, es importante hacer notar, que la agencia regulatoria en EE.UU clausuró un “spa de longevidad”, en 2019, que vendía sangre de jóvenes.
Es necesario que enfrentar la “longevidad saludable” sin atajos. Por ello, resulta clave fortalecer y destinar recursos a grupos de investigación que están liderando los proyectos para generar tratamientos avanzados basados en la evidencia.
En conjunto, la comunidad científica, la política y la sociedad en general, debemos hacernos cargo de una realidad que sobreviene: la esperanza de vida llega a los 80,7 años y ya cuatro millones de personas son mayores de 60 años en Chile. Mirado desde una perspectiva inclusiva, mejorar la salud de nuestra población que envejece, seguirá siendo un aporte fundamental en nuestras familias y para la sociedad en su conjunto.