Hace unos años atrás escribí una columna de opinión para un medio nacional donde alerté sobre el avance del crimen organizado en Chile, destacando que no era un caso más de delincuencia común, sino que algo más elaborado y coordinado.
En aquella columna mencioné que el Observatorio del Narcotráfico (2021) había detectado organizaciones criminales como Jalisco Nueva Generación, Sinaloa (El Chapo Guzmán) y el Cartel del Golfo, del Valle de Cauca, operando en el país.
Una de las formas de articulación usada por estas organizaciones criminales fue la de establecer alianzas con grupos locales para empoderarse e imponer el terror en las principales comunas y ciudades del país, debilitando al Estado y permeando toda la institucionalidad.
Estas bandas usan la violencia como una forma de resolución de conflictos, siendo este su principal mecanismo de imposición del poder, situación que insegurizó al país y amedrentó a la sociedad. Al crecer peligrosamente el crimen organizado, su actuar de violencia creció y con ello la percepción de abandono social se ramificó en el país, transformando a la delincuencia en la principal preocupación de los ciudadanos.
La realidad de 2025 es aún más dramática que el año 2022. Según el Observatorio del Crimen Organizado y Terrorismo de la Universidad Andrés Bello (2025), en el país habría 12 organizaciones criminales operando, las cuales serían: Tren de Aragua, Los Gallegos, Los Meleán, Los Orientales, Los Valencianos, Los Shottas, Los Espartanos, Los Pulpos, Los del Callao, Los Trinitarios, Clan Bang y Jalisco Nueva Generación.
Estos 12 grupos hoy se disputan el poder económico y territorial, expandiendo el miedo y, sobre todo, han fomentado la corrupción en todas sus dimensiones.
Según este estudio, en los últimos 10 años (2014-2024) los homicidios aumentaron un 86%, los secuestros en un 74% y las extorsiones más de un siete mil por ciento. En el caso de la corrupción, los nexos que pueden establecer estas organizaciones impactan negativamente en el rol del Estado y amenazan la calidad de la democracia. Hoy las Fuerzas Armadas y las instituciones encargadas de velar por la seguridad del país han estado en el foco de la atención, pues funcionarios de estas ramas y de las policías, han estado contrabandeando droga por medio del uso de infraestructura pública.
Consignar estos datos no es algo antojadizo, ya que ayuda a ponderar el dilema en que está Chile frente al evidente avance del crimen organizado en el territorio. Pero su lucha no puede darse de forma aislada, sino que debe ser algo integral y con coordinación internacional con nuestros países vecinos, sobre todo en la macrozona norte, zona que vive un escenario delicado en materia de seguridad.
Por ejemplo, el Ministerio Público (MP) determinó que el crimen organizado está presente en todo el país mediante células locales, que realizan distintas operaciones, como la trata de personas, extorsión, tráfico de armas o de drogas, siendo la zona del norte grande uno de los focos más atractivos para estas organizaciones (El Mercurio 2025). Por ejemplo, de las 10 comunas del país con más delitos asociados al crimen organizado, el 60% de los casos está concentrado en la zona norte, puntualmente Tarapacá (Cescro, 2025).
A juicio del Ministerio Público la Macrozona Norte de Chile, integrada por las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo, se ha consolidado en los últimos años como un territorio estratégico para el asentamiento y expansión del crimen organizado.
Solo con mano firme no basta para enfrentar este complejo panorama que debilita nuestras fronteras e inseguriza al país. Se hace absolutamente necesario desarrollar una agenda de trabajo coordinado con países vecinos, como Perú o Bolivia, con los cuales compartimos fronteras y tenemos problemas similares.
Si se mira en detalle el informe de Global Organized Crime, tanto Perú, Bolivia y Chile tienen indicadores de crimen similares, lo que deja planteada la idea de que un trabajo regional es el camino para estabilizar a los países y evitar que el crimen organizado siga creciendo en Chile y el resto de los países.