CONTEXTO | EFE | Edición BBCL

80° aniversario de las Naciones Unidas

14 octubre 2025 | 12:26

El mayor reto, entonces, sería no desperdiciar el legado de los fundadores de la ONU, sino hacer un esfuerzo común para adaptar esta organización única a las exigencias de un mundo multipolar y diverso, actuando con respeto, precaución y nitidez

Este año el mundo celebra el 80º aniversario de la Organización de las Naciones Unidas, que sigue siendo el foro multilateral más universal donde se debate quizás todo el temario de la agenda internacional. Este organismo no surgió espontáneamente, sino que fue diseñado minuciosamente como resultado de la guerra más terrible en la historia y como herramienta principal para evitar nuevos desastres bélicos. Los arquitectos de esta edificación vivieron la hecatombe y supieron apreciar la paz.

Tras enormes pérdidas y sufrimiento la creación de la ONU marcó el triunfo sobre la plaga del nazismo y puso de manifiesto la voluntad de los pueblos de vivir en paz y prosperidad, dialogar, cooperar, construir y progresar.

Todo ello habría sido inalcanzable sin el papel decisivo del pueblo ruso junto con los demás pueblos de la Unión Soviética en la derrota de la Alemania hitleriana y sus numerosos aliados en Europa y más allá, mientras que China jugó un rol muy importante en el frente oriental en las batallas para poner fin a la política militarista y expansionista de Japón. La Carta de las Naciones Unidas con sus objetivos y principios se mantiene hasta hoy en día como el documento insignia que rige las relaciones internacionales.

A pesar de todos los diferendos políticos de la época que siguió a la Segunda Guerra Mundial, la cooperación de los Estados en la ONU no permitió que sucediera otra catástrofe de tal envergadura. Sin embargo, dicha época se esfumó, el equilibrio se rompió y ahora hemos llegado a una situación cuando el mundo se hace cada vez más inestable y peligroso.

Estamos viviendo grandes transformaciones. La Mayoría Global demanda una verdadera igualdad y justicia y, en general, un lugar digno en el sistema de gobernanza mundial con las Naciones Unidas en su cúspide. En estas circunstancias las repetidas violaciones del principio de la igualdad soberana de los Estados, las supresiones del derecho inalienable de los pueblos a la autodeterminación, las brutales agresiones y las políticas injerencistas, las ilegítimas medidas coercitivas unilaterales, las injustas barreras proteccionistas y otras manifestaciones del colonialismo no podrán perdurar, hasta disfrazándose de un “orden basado en reglas”.

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Refiriéndonos a la región de América Latina y el Caribe, que en términos generales puede verse como un área de paz y un ejemplo de convivencia armoniosa de los Estados, vale destacar, sin embargo, el caso de Cuba que por décadas ha resistido heroicamente el brutal bloqueo comercial impuesto por Estados Unidos. Y la tribuna de las Naciones Unidas ha sido el lugar apropiado para que la comunidad internacional denuncie de forma unánime esta vergonzosa postura colonialista.

Nadie va a creer más en “bombas democratizadoras” y “golpes militares progresistas”. Por lo contrario, sintiéndose amenazados, los que solían dividir y dominar, emplean todos los medios a su alcance para prolongar su poderío, lo cual es la raíz de la mayoría de los conflictos actuales difíciles de apagar por los medios diplomáticos convencionales.

Ahora aquí, en el Hemisferio Occidental, se están observando con preocupación las maniobras de las fuerzas marinas desplegadas cerca de la costa venezolana con el pretexto de la lucha antidroga, acompañándose de amenazas y el uso de la fuerza. Es bien sabido que lo que se requiere para hacer frente a este mal es la cooperación inclusiva de todas las partes involucradas. Y la ONU ofrece varias plataformas para llevar a cabo tales consultas. Pero no se hace caso ni a las Naciones Unidas ni a las opiniones de los Estados de la región cansados del dictado.

En el caso triste de Haití, producto de las prácticas coloniales, ninguna medida, incluyendo las que se encuentran en el arsenal de las Naciones Unidas, ha dado frutos positivos. En vez de neutralizar las raíces del problema, muchas de las cuales quedan fuera del mencionado país, con presiones y manipulaciones, se proponen los medios inadecuados poniendo así en riesgo la autoridad de la ONU.

No es, entonces, la deficiencia de este organismo si lo utilizan de formas indebidas. Al mismo tiempo cabe recordar con enorme gratitud el sacrificio de los pacificadores de la ONU encomendados a garantizar la paz, que dieron sus vidas ejerciendo su noble misión. Además, múltiples instituciones de las Naciones Unidas continúan con una laudable dedicación sus variados programas de apoyo al desarrollo económico, social y humano y se encargan de proveer la ayuda humanitaria cubriendo las necesidades vitales de los sectores de la población más afectados por las crisis.

Discusión en torno a la reforma de las Naciones Unidas

La discusión alrededor de la reforma de las Naciones Unidas es muy importante, siendo Rusia parte de este proceso. No es posible negar que el mundo va cambiando, pero uno tiene que darse cuenta de cuál es la meta de este intercambio verbal, si se trata de una verdadera democratización de este organismo para que retome su autoridad y eficiencia, o una mascarada con la finalidad de demoler esta obra maestra, que para los herederos ideológicos de los perdedores en la Segunda Guerra Mundial es un recuerdo vivo de su fracaso.

A ello sirven discursos muy premeditados sobre la presunta “impotencia” del Consejo de Seguridad que, según la Carta, es el órgano principal responsable de las cuestiones de la paz y la estabilidad, su “obsoleta” composición, sus métodos de trabajo “poco democráticos”, la necesidad de transferir su mandato a otras instancias. La agenda del Consejo intencionalmente se hace más inflada apareciendo en ésta temas que no le incumbe abordar. Se hacen llamados a apresurarse con las discusiones intergubernamentales con tal de que se realice la reforma lo antes posible sin llegar a un consenso. Los críticos no quieren pensar en las consecuencias negativas de tal apuro innecesario.

Se observan los intentos de socavar el carácter intergubernamental del sistema de la ONU atrayendo otros actores a veces manipulados y obsesionados con ideas destructivas. La parte administrativa de la ONU, cuya tarea siempre ha sido asistir con la mayor eficacia e imparcialidad a los Estados Miembros, se olvida de dicha neutralidad, así como de los balances geográficos en la plantilla y se esfuerza por encabezar los procesos transformadores delineando las direcciones prioritarias de las reformas. Por ello es de suma importancia el tema de la selección de un nuevo secretario general como la máxima autoridad administrativa, que sea una persona internacionalmente respetada, honesta, independiente e imparcial, de altísimas calidades profesionales y morales, dispuesta a escuchar, comprender y trabajar duramente para unir y ayudar a los Estados Miembros a llevar adelante el sistema de las Naciones Unidas.

Conflicto de Ucrania

El conflicto de Ucrania, con todas sus repercusiones, es algo que se le ocurre a uno al discutir sobre la necesidad de modernizar los mecanismos de gobernanza global. De hecho, es un conflicto que jamás se habría desencadenado si las causas hubieran radicado en las controversias entre los pueblos hermanos de Rusia y Ucrania.

Es una crisis totalmente artificial desatada por las fuerzas antirrusas que guardaban en el armario las antiguas banderas nazis y ansían la revancha. Ahora es evidente que la OTAN no es el único organismo promotor de esta estrategia combativa. Con sonrisas falsas y abrazos serpentinos sembraban odio en la antigua ciudad rusa de Kíev y ahora llevan una guerra contra Rusia con las manos de los ciudadanos de Ucrania, destrozando así ese país y robándoles su futuro.

Y no es la culpa de la ONU o su Consejo de Seguridad, que no se pudo prevenir este conflicto ni se puede detenerlo. No hay remedio si el Occidente colectivo ha optado por la guerra.

En este caso particular se apuestan los derechos de los rusos y los rusoparlantes a vivir, hablar y estudiar en su idioma, profesar su religión, no ser asesinados, maltratados y perseguidos. Para Rusia, teniendo en cuenta los antecedentes históricos, este sacrificio está ligado a una cuestión de seguridad nacional. El concepto de una seguridad indivisible que estamos promoviendo en el escenario internacional proviene de una larga y, en muchos casos, penosa interacción con nuestros vecinos europeos que dejó una huella imborrable en el carácter ruso.

Para la comunidad internacional sería una lección de que los objetivos y los principios de la Carta de la ONU sirven sólo en su plenitud, totalidad e interdependencia. Además, no funcionan más las políticas de doble rasero cuando el mundo entero está temblando de dolor e indignación ante la tragedia palestina y la impunidad que la acompaña.

Algunos actores internacionales, sin darse cuenta de las causas del conflicto ucraniano, han preferido huir de la realidad, permanecer con los ojos cerrados frente a las atrocidades cometidas por Kíev año tras año en el Donbás y hasta apoyar la arremetida occidental contra Rusia sea con el arma o con la voz. Mas, en cierto momento el conflicto se acabará, la situación volverá a la normalidad y llegarán los lamentos sobre el tiempo perdido y los lazos rotos o congelados que habrá que retejer.

El mayor reto, entonces, sería no desperdiciar el legado de los fundadores de la ONU, sino hacer un esfuerzo común para adaptar esta organización única a las exigencias de un mundo multipolar y diverso actuando con respeto, precaución y nitidez .