Francisco San Martín, “el Rey del Cobre”, no era un personaje secundario. Coordinaba el robo de cobre a gran escala, resguardaba el tráfico con armamento militar y lavaba millones de dólares. Y mientras dirigía esta operación criminal, su casa en Peñuelas era sede de reuniones del Partido Republicano. Allí, entre muros pagados con dinero sucio, se sentaban CORES, concejales e incluso parlamentarios.
Cuando José Antonio Kast viajaba a la región de Coquimbo, San Martín tenía asiento reservado en la mesa principal junto al candidato presidencial. No era un invitado cualquiera: era el precandidato a alcalde del Partido Republicano en Coquimbo. No es opinión. Son hechos. En cualquier democracia seria, esto sería un escándalo nacional.
La mentira de los “cinco días”
Kast rechazó asistir a la comisión investigadora de la Cámara. No vimos explicaciones. Vimos victimización, mentira y ataques coordinados de bots. Mintió al decir que San Martín fue expulsado cinco días después de conocerse la noticia.
La verdad: San Martín fue detenido en flagrancia en 2022. Fue querellado por Aduanas en junio de 2024. Y mientras la PDI lo investigaba, su nombre seguía en la mesa de negociación de la derecha para ser candidato a alcalde. En esa fecha lo bajaron, sin explicación pública. La derecha terminó sin candidato en Coquimbo. Probablemente, porque la denuncia ya se conocía dentro del Partido Republicano… y se prefirió callar.
Cuando finalmente fue detenido el 19 de abril, no fue expulsado “de inmediato”. Pasaron 20 largos días de presión política. Esa rapidez “ejemplar” que vende Kast es una falsedad.
La red política
La cercanía de San Martín, el “Rey del Cobre”, con el presidente regional del Partido Republicano de ese entonces, Andrés Guerra, era conocida. Guerra había sido candidato a diputado, constituyente y gobernador. El mes pasado, Kast hizo un viaje relámpago a la región. Poco después, Guerra anunció que, por “problemas personales”, no sería candidato.
Todo esto no es sobre una foto. Es sobre vínculos políticos sólidos y estables de un partido con un líder criminal. San Martín no solo ponía su casa como sede de reuniones políticas: ¿hubo financiamiento de actividades o campañas? Esa pregunta sigue sin respuesta.
Preguntas que no quieren responder:
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• ¿Cuándo supieron que San Martín estaba involucrado?
• ¿Esa fue la verdadera razón para bajarlo de la candidatura?
• ¿Por qué no fue expulsado en 2022 o 2024, tras denuncias graves?
• ¿Pidió San Martín gestiones con el SII, Aduanas o la municipalidad?
• Mientras construía un restaurante en Peñuelas, probablemente para lavar dinero, ¿recibió ayuda o gestiones a su favor?
Ni Kast ni el Partido Republicano han respondido.
Silencio cómplice
Medios como contrapoder.cl revelaron que parlamentarios asistían a reuniones en la casa del líder de esta banda criminal. No hubo ninguna pregunta incómoda en televisión. Ninguna portada exigiendo respuestas. Todo tratado con normalidad.
Ningún partido está inmune a que el crimen organizado intente penetrarlo. La diferencia es cómo se reacciona. Y aquí no hubo transparencia, sino encubrimiento, bots insultando y parlamentarios desviando el tema con frases como “otros también tienen fotos con criminales”, como si lo que se cuestionara fuera una imagen casual, y no la relación permanente.
Cuando el crimen organizado penetra la política, los países caen en un abismo sin retorno. Esto no se tapa. No se relativiza. Se enfrenta con la verdad.
Porque el problema no es solo lo que pasó en Peñuelas.