Hace unos días, Argentina anunció un proyecto de ley para la creación de las Intendencias (Alcaldías) de la Antártica y de las Islas del Atlántico Sur, una iniciativa que no solo refuerza su posición geopolítica, sino que también demuestra una política territorial seria y decidida.
Mientras tanto, en Chile seguimos atrapados en una visión “universalista” de la Antártica, confiando ingenuamente en que la diplomacia y la ciencia bastarán para sostener nuestros derechos históricos sobre el continente blanco.
El abandono de la política antártica
Argentina ha desplegado una estrategia integral: modernización de bases antárticas, fortalecimiento logístico, reactivación de bases semiabandonadas como Petrel, y la planificación de vuelos comerciales desde Tierra del Fuego hacia la Antártica. Todo esto configura una política de ocupación efectiva, un mensaje claro de que su presencia en el continente no es simbólica, sino real y tangible.
En Chile, en cambio, tenemos 346 comunas, pero solo 345 municipalidades. La gran ausente: la Comuna Antártica con su capital, que muy pocos conocen que es Puerto Covadonga, una creación visionaria de 1961 que, sin embargo, jamás contó con una municipalidad propia ni con un alcalde electo. En la práctica, sigue dependiendo de Puerto Williams, una ciudad que a duras penas administra su propio territorio.
El estancamiento de Villa Las Estrellas es el símbolo del abandono de nuestra política antártica. Alguna vez concebida como un asentamiento estratégico para consolidar la presencia chilena, hoy envejece relegada a un segundo plano mientras el gobierno se refugia en discursos vacíos sobre colaboración internacional y tratados antárticos.
La soberanía no se mantiene con buenos deseos
La realidad es que el mundo está cambiando, y mientras Chile se aferra a la idea de que la Antártica es un “espacio de cooperación pacífica”, países como Argentina y potencias globales están ocupándola, invirtiendo en infraestructura y dejando en claro que la soberanía no se mantiene con buenos deseos, sino con presencia y acción.
Las preguntas son inevitables: ¿Por qué Chile ha dejado de lado su responsabilidad histórica en la Antártica? ¿Por qué seguimos sin un gobierno local que administre y fortalezca nuestra presencia allí? La creación de una municipalidad antártica sería una acción concreta de soberanía, una declaración al mundo de que Chile no está dispuesto a seguir cediendo terreno por negligencia y falta de visión.
Bernardo O’Higgins, en su lecho de muerte, mencionó “Magallanes, Magallanes”, dejando en claro la importancia de esta región para el destino de Chile. Sin embargo, su legado ha sido burlado por políticas tibias y una falta de compromiso con la defensa territorial.