Tras fallecer en medio de un atraco en Cleveland, los médicos forenses dieron a conocer que la medallista de oro tenía órganos genitales masculinos.

La presencia de atletas transexuales o intersexuales en las competencias femeninas de alto rendimiento sigue generando opiniones divididas a nivel mundial. Un debate que aún no se ha terminado por zanjar y que sólo ha provocado divisiones en la comunidad deportiva en los últimos tiempos.

Sin embargo, la conversación sobre la identidad de género de los atletas no es algo nuevo y bien lo saben los libros de historia del deporte, que han escrito diversos (y polémicos) casos a lo largo de los años. Aunque si hay que irse al origen de este debate, hay que remontarse a la década de los 30, donde la dominante polaca Stella Walsh instaló las primeras desconfianzas por parte de las organizaciones deportivas oficiales de la época.

Unas dudas que se traspasaron a sus rivales y aficionados y que, pese a zanjarse en plena premiación en unos Juegos Olímpicos -en el pick de la carrera de Walsh-, la historia tuvo un giro radical llegada su muerte, cinco décadas después.

Su hazaña en los JJ.OO. de Los Ángeles 1932

Stella Walsh no siempre se llamó así. La icónica velocista nació en Poznan (Polonia) bajo el nombre de Stanislawa Walasiewicz. Desde muy joven destacaba en las competencias juveniles de atletismo en su país y en Europa, siendo catalogada como una de las atletas con más futuro del continente.

A sus apenas 21 años, la polaca cumplió con todas las expectativas puestas en ella y, de manera superlativa, confirmó su extraordinario talento con una medalla de oro en la prueba de los 100 metros planos en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932.

Pese a que ya en esa época existían dudas sobre el género de Walasiewicz, la joven deportista dominaba la disciplina con su fornido físico y potencia que la caracterizaban. Incluso, su logro en los JJ.OO. no sólo derivó en una presea dorada, sino que también en un récord mundial tras completar la prueba en 11,9 segundos.

Stella Walsh en Los Ángeles 1932
Foto: Olympics

El éxito de la polaca fue tal que, como ‘Reina de la Velocidad’, se convirtió también en la primera mujer en romper la barrera de los 6,02 metros en el salto de altura y en récord mundial en los 200 metros en el Mundial de Atletismo de 1935. Toda una leyenda del atletismo.

Su rivalidad con Helen Stephens

Todo parecía indicar que, para los JJ.OO. de Berlín 1936, la velocista europea seguiría dominando la disciplina y defendería su medalla de oro. No obstante, en dicho certamen internacional, se comenzó a escribir la historia de quien sería su némesis; la debutante Helen Stephens, una joven estadounidense de apenas 18 años que sorprendía con su impresionante 1,80 metros y que destronó a Walsh en Alemania.

Stephens venía de un rancho en Missouri y, luego de crecer entre hombres y compitiendo a la par en distintos deportes como baloncesto y atletismo, decidió enfocar su vida al alto rendimiento. Rápidamente, se ganó el rótulo de la ‘mujer más rápida del planeta’, quedándose con la presea dorada en su estreno en una cita olímpica.

De acuerdo a antecedentes de la propia organización de los Juegos Olímpicos, la estadounidense supo aprovechar la presión que Walsh sentía con su país ad portas de una guerra con la Alemania nazi. A pesar de ello, la polaca pudo colgarse la plata y seguir acrecentando su legado.

Helen Stephens y Stella Walsh
Foto: Olympics
Premiación JJ.OO. de Berlín 1936
Premiación JJ.OO. de Berlín 1936

Sin embargo, dicha ‘enemistad’ con Stephens no estuvo exenta de polémicas. Y es que, luego de que Estados Unidos fuera una de las delegaciones que levantó sospechas sobre el género de Walsh tras coronarse en Los Ángeles 1932, el equipo polaco pagaría con la misma moneda cuatro años más tarde en la misma cita, pero esta vez en Berlín.

Fiel a su personalidad fuerte producto de su vida rural y acostumbrada a ser víctima de cuestionamientos de ese tipo, fue la propia atleta estadounidense que, tras quedarse con el oro, decidió ponerle fin a esta controversia. Y delante de periodistas, investigadores, personal médico y testigos que se encontraban en el lugar, no dejó espacio para la duda y se desnudó delante de ellos. “Tienen alguna otra pregunta”, manifestó. Polémica zanjada.

Una anécdota contada en el libro biográfico ‘The Life of Helen Stephens: The Fulton Flash’ y que también significó paz para Walsh. El género de ambas velocistas ya no era tema.

The Life of Helen Stephens: The Fulton Flash
The Life of Helen Stephens: The Fulton Flash

Antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, en 1938, la polaca volvería a sentarse en el trono como la ‘Reina de la Velocidad’ tras coronarse campeona en el Campeonato de Europa celebrado en París. El broche de oro de su carrera llegó luego de emigrar a Estados Unidos por la guerra, donde logró quedarse con el título nacional de pentatlón a sus ya 44 años, en 1954.

Su muerte en medio de un atraco y una polémica autopsia

Luego de su retiro como atleta profesional y al conseguir su nacionalidad estadounidense, ya bajo el nombre de Stella Walsh, decidió alistarse al Cuerpo de Marines. Años más tarde, dedicó su vida a formar a jóvenes deportistas en Ohio, siendo destacada en varias ocasiones por la comunidad.

Llevando una vida tranquila tras radicarse en Cleveland, luego de separarse de su exesposo -el boxeador Neil Olson-, su inesperada muerte llegó en 1980 a sus 69 años, cuando se encontraba de compras en un supermercado. Walsh fue víctima de un impacto de bala tras un tiroteo en el recinto, que se originó en medio de un atraco, acabando con su vida y dejando un profundo pesar en el mundo del deporte.

Stella Walsh en club de atletismo en Cleveland
Foto: Archivo

El sensible fallecimiento de uno de los íconos del atletismo de comienzos del siglo XX trajo consigo una sorpresiva polémica. Y es que, tras la autopsia realizada por los médicos forenses de la ciudad, se descubrió que la campeona olímpica tenía órganos sexuales masculinos.

El escándalo estalló inmediatamente en las huestes del Comité Olímpico Internacional (COI) que, luego de emplazamientos de distintas deportistas, salió a señalar que no le quitaría ninguna de sus medallas a la polaca-estadounidense.

La razón que esgrimió la organización fue que en la época que compitió Walsh no habían pruebas confiables respecto de comprobar el género de cada deportista. En un tiempo donde tampoco se hablaba de la identidad de género de las personas, por lo que la decisión del COI no logró evitar que el legado de la legendaria atleta quedara manchado, siendo apuntada por los libros de historia como una campeona que mintió para competir en distintas condiciones que las demás.

Un polémico tema que sigue generando controversia y debate a día de hoy.

“De mentirosa nada y de valiente todo”

Al igual que el caso de la atleta sudafricana Caster Semenya en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2016, y a modo de reivindicar a Stella Walsh de los anticuados libros de historia, se debe entender que ambas deportistas no son hermafroditas, como son catalogadas comúnmente, sino que intersexuales. El siglo XXI no puede hacerse el desentendido.

Constanza del Rosario, psicóloga chilena y Master en Relaciones de Género de la Universidad de Zaragoza (España), conversó con BioBioChile para explicar, con los ojos del presente, lo que vivió la campeona olímpica polaca en el pasado.

“Es importante tener en cuenta que el término intersexual recién aparece en el mundo científico en 1917 y creo que para 1932 es altamente probable que el término aún fuese conocido sólo por un pequeño círculo cultural. Un siglo más tarde, no ha logrado ser integrado del todo en los conocimientos culturales de la gran mayoría de las personas y menos aún entendido como una condición biológica normal“, comienza explicando la sexóloga y escritora.

En la misma línea y antes de ahondar en la historia de Walsh, la titulada en Educación Emocional y Bienestar de la Universidad de Barcelona detalló a qué nos referimos cuando se habla de intersexualidad.

“Hasta la fecha la gran mayoría cree que sólo se puede nacer hombre o mujer y no tiene en cuenta que algunas alteraciones biológicas facilitan que alrededor del 1,7% de la población mundial nazca intersexual, es decir, 110 millones de personas. Por otra parte, no siempre es tan evidente y muchos no saben qué lo son hasta que llega la edad de tener su menarquía o cuando intentan reproducirse y al no lograrlo e investigar las causas descubren que son intersexuales. Poseen características sexuales de ambos sexos, ya sea a nivel anatómico, genético u hormonal”, profundizó.

Respecto de lo que vivió la atleta europea-americana, aseguró que “el problema no es si Stella dio o no la información, el problema es que el deporte hasta la fecha no se ha abierto a incorporar a la disidencias sexuales y no sólo la intersexualidad, sino que también a la transexualidad, ya que en el deporte olímpico aún no hay un espacio para este tipo de diversidad”.

“De haber declarado cuál era su biología habría sido exiliada del deporte olímpico, negándole ser quien era, porque para ella no había en ese entonces un espacio. Así que de mentirosa nada, de valiente todo”, destacó Del Rosario.

La historia fue injusta con Walsh y así lo hace notar la psicóloga, sin embargo, el legado de la polaca no sólo quedará escrito para siempre en los registros olímpicos, sino que también vivirá en la mente de quienes no encuentran un espacio para competir o hacer deporte, quienes sufren por elegir si entrar a la categoría femenina o masculina y quienes son mediáticamente criticados y/o apuntados cuando llegan al podio.

“Quienes somos es el resultado de una historia y cómo esta impacta en nuestro cuerpo y eso es lo que aún no se ha logrado integrar en la cultura y por ende, en la manera de pensar el deporte. Es parte de los desafíos actuales y futuros del deporte olímpico incorporar la diversidad sexual en cuanto a biología e identidad, ya que nacer distinto no te hace ni menos deportista ni te debería privar del derecho humano de hacer y competir deportivamente“, cerró.