Tras el fin de la era Magic-Bird, los Detroit Pistons se transformaron en el equipo revelación de la NBA, aunque también en los villanos de la industria.

Los Angeles Lakers de Magic Johnson y los Boston Celtics de Larry Bird, sin duda, fueron los equipos que le dieron ritmo a la NBA en los 80′. Luego, en los 90′, la liga fue dominada por la figura de Michael Jordan y sus Chicago Bulls, transformándose en un fenómeno global nunca antes igualado en el deporte. Pero, ¿qué hubo entre estas dos eras? Una rebelión, un equipo que a punta de juego duro asaltó la industria, los villanos por excelencia del baloncesto; los ‘Bad Boys’ de Detroit Pistons.

Un batallón de guerra dentro de la cancha y una familia fuera de ella. Con una filosofía de la defensa al límite de lo permitido en esos tiempos y sin conocer el concepto de ‘juego limpio’, el elenco dirigido por Chuck Daly y comandado por su estrella, Isiah Thomas, no sólo logró los primeros anillos de su historia (1989 y 1990), sino que quedaron en el recuerdo de los hinchas como los antagonistas perfectos en la carrera de ‘Air Jordan’.

Los ‘Chicos Malos’, el orgullo de la clase obrera de Detroit

A fines de los 80′, el ‘showtime’ era el concepto que mejor definía a la NBA. Con una rivalidad marcada entre el carismático y extravagante Magic Johnson contra el granjero introvertido Larry Bird, tenía que llegar a irrumpir un equipo que representara a la esforzada clase trabajadora afroamericana. Y así fue… Y qué mejor lugar que Detroit.

Pese a la gloria alcanzada entre 1989 y 1990, los Pistons tuvieron que cosechar sus éxitos a punta de fracasos. Y es que, desde 1979 a principios de 1981, el elenco de Detroit sufrió 179 derrotas y se convirtió en el hazmerreír de la liga. Una horrible performance que lo llevó a elegir en segundo lugar en el Draft de la NBA del 81′ y no se equivocaron eligiendo a Isiah Thomas, quien se convertiría en el pilar de sus logros posteriores.

Isiah Thomas (1981)
Archivo | Detroit Pistons
Isiah Thomas (1982)
Archivo | Detroit Pistons

Ya con Thomas como líder del equipo, el mítico entrenador Chuck Daly comenzó a formar su escuadrón carente de estrellas, pero llena de guerreros, que ya empezaría a rendir frutos en 1985, donde caerían ante los Celtics de Bird en semifinales de conferencia. Dos años más tarde, los Pistons volverían a sucumbir frente al cuadro de Boston, esta vez en la final del Este.

A pesar de ya hacerse un nombre entre los mejores elencos de la liga, los hombres de Daly consiguieron curtirse con los dos fracasos a manos de Boston y, a modo de revancha, en 1988, lograron quitarle el lugar a los Celtics de un ya deteriorado Bird. No obstante, no pudieron en la final ante los Lakers de Magic.

Entre tropiezos y decepciones, los Pistons ya habían encontrado su estilo y estaban dispuestos a defenderlo a muerte. Los aficionados de las otras franquicias y los periodistas de la época los tildaban de sucios, violentos y malintencionados, pero lejos de sentirse mal por ello, les gustaba y los hacía más fuerte aún como grupo. Rápidamente, se convirtieron en los villanos perfectos. La gente necesitaba odiar a alguien y ellos eran los indicados.

Como si de un guion se tratase, su primer anillo llegó un año después tras quitarle el trono a los propios Lakers. La era del ‘showtime’ se había acabado y los ‘Bad Boys’ llegaban para quedarse. La siguiente temporada volverían a repetir su título, esta vez, frente a Portland Trail Blazers.

Cabe destacar que, durante estos tres años de dominio absoluto, también consiguieron frenar el meteórico avance de los Chicago Bulls de Michael Jordan y Scottie Pippen, dejándolos en el camino en los playoffs y dos veces en las finales de Conferencia. A punta de empujones, patadas, puñetazos, insultos y provocaciones, inmovilizaron a las tres grandes figuras de la NBA

Incluso, años más tardes, se revelarían las míticas míticas ‘Reglas de Jordan’ para frenar al ’23’ en cada uno de los enfrentamientos que tuvieron aquellas tres temporadas:

1. En los laterales, se le empuja hacia el medio, cerrando la línea final.

2. Cuando ataca por el medio, se le lleva hacia la izquierda y se le pone doble marca.

3. Cuando recibe en el poste bajo, se le atrapa como sea.

4. Si pasa por la línea final, se le derriba o se le empuja.

5. Si va en el aire… Al piso.

Una ‘familia’ disfuncional, pero exitosa

La tarea no fue sencilla para Chuck Daly. El entrenador fue el principal artífice de reclutar a este núcleo de jugadores que, en principio, rodearían a Isiah Thomas, pero que terminaron aportando de tal manera en cada una de las facetas de juego, que terminarían consolidándose como uno de los mejores grupos de la historia del básquetbol.

Luego de Thomas, el primero en creer en Daly y subirse al barco de los Pistons fue el pívot Bill Laimbeer. Un ‘niño rico’ nacido en Boston y proveniente de Cleveland Cavaliers. La ‘muralla’ de 2,11 metros era el encargado de sacar de quicio a sus rivales e inventar más de una artimaña para que el cuadro de Detroit pudiese aventajarse de alguna manera respecto de sus oponentes.

Muchas de las estrellas de la liga perdían la concentración por culpa de Laimbeer y eso a él le fascinaba, era su especialidad y cada partido el público estaba expectante de qué triquiñuela usaría el estadounidense.

Bill Laimbeer
Archivo | NBA

La dupla entre Thomas y Laimbeer no tardó en dar frutos, mientras que uno aportaba con asistencias y creación de juego, el otro lo hacía con rebotes, esfuerzo y fuerza bruta. A pesar de que ambos tuvieron infancias completamente distintas, su espíritu ‘matón’ los unía.

Otra de las figuras que se fue sumando en el camino fue el escolta Joe Dumars, el menos rudo de los ‘Bad Boys’, pero el segundo mejor basquetbolista del equipo. Un hombre introvertido que se transformaba en el terreno de juego en un verdadero pitbull a nivel defensivo y en un gran anotador de media distancia.

Su importancia en el elenco de Daly se vio reflejada en las finales de 1989, donde logró promediar más de 27 puntos por partido en toda la llave. Un complemento ideal para Thomas y, según las propias palabras de Michael Jordan, “el jugador que mejor lo defendió”.

Joe Dumars e Isiah Thomas
Archivo | ESPN

Además del alero mexico-estadounidense Mark Aguirre, el pívot especialista en la pintura James Edwards y el experimentado escolta Vinnie Johnson, no se puede pasar por alto al ‘Gusano’, Dennis Rodman.

Rodman fue elegido por Detroit en la segunda ronda del Draft de 1986. Una auténtica ganga. Desde su llegada al elenco de Daly, el ala-pívot impactó de inmediato en la rotación saliendo desde el banquillo y, poco a poco, comenzó a ganarse más minutos en cancha gracias a su espectacular capacidad reboteadora, transformándose en el líder de este apartado durante siete temporadas consecutivas. No por nada lo llaman el mejor reboteador de la historia.

Con una personalidad extravagante y conflictiva, y una infancia sumamente dura y pobre, el ‘Gusano’ se ganó rápidamente el cariño de los hinchas de los Pistons y el odio de los demás aficionados. Pero sobre todo, supo forjar una relación con Chuck Daly de padre e hijo. Y no es metafórico, sino que literal. El polémico basquetbolista se vio sumido en una depresión luego de separarse de su entrenador, pensando incluso en el suicidio, sumado a las múltiples y conocidas controversias que protagonizó sin el técnico al lado.

Pero en cancha, se transformaba. En su carrera logró conseguir cinco anillos (los otros tres con los Bulls), ser dos veces defensor del año, dos veces All-Star y estar siete veces en el mejor quinteto defensivo de la NBA. Un jugador que supo sacar aplausos defendiendo y no con triples, clavadas o asistencias, lo del era el barro y le encantaba.

Dennis Rodman y Chuck Daly
Archivo | Redes

Cabe consignar que 20 años después del primer anillo de los Pistons, en 2009, Chuck Daly falleció a los 78 años a causa de un cáncer de páncreas, provocando no sólo un profundo pesar entre los exjugadores de Detroit, sobre todo de Rodman, sino que también en el universo completo de la NBA.

Isiah Thomas: de ser la cara de la NBA a quedar fuera de los JJ.OO.

La guinda de la torta de estos Pistons era la figura de Isiah Thomas, su estrella indiscutida, más conocido como el ‘Asesino con cara de bebé’. Nacido en un peligroso barrio de Chicago bajo el alero de una humilde familia trabajadora, el base de 1,85 metros supo salir de la pobreza a punta de baloncesto y talento. Y es que sólo le bastaron dos años en la Universidad de Indiana para dar el salto anticipado a la NBA y transformarse en una leyenda.

Desde su llegada la liga, Thomas se convirtió en la cara de los Detroit Pistons y en uno de los jugadores más destacados de la industria. Con su habilidad en la cancha y su carisma fuera de ella, Thomas se ganó el respeto y la admiración de fanáticos y colegas por igual. Su liderazgo llevó a su equipo a la gloria, consolidando su lugar en la historia del baloncesto.

Con un poco más de 18 puntos, nueve asistencias y casi cuatro robos por partido, el base fue uno de los artífices en los dos anillos del equipo de Daly.

Sin embargo, a pesar de sus logros en la cancha, la carrera de Thomas estuvo marcada por la controversia. En 1992, durante las clasificatorias para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, fue marginado del ‘Dream Team’, el legendario equipo de baloncesto de Estados Unidos.

Se rumoreaba que su mala relación con otros jugadores, especialmente con Michael Jordan, fue la razón detrás de su exclusión, aunque sus polémicas declaraciones sobre Larry Bird en 1987, señalando que “si fuera negro, sería sólo otro buen jugador más”, también habrían generado rechazo en los demás integrantes de la delegación, pese a que Thomas pidiera disculpas públicas por su palabras inmediatamente.

Dream Team de EE.UU. para Barcelona 1992
Foto | Archivo

Esta decisión no solo impactó la carrera del nacido en Chicago, sino que también generó un debate sobre la política y las rivalidades en el mundo del baloncesto. A pesar de su talento indiscutible, nunca pudo recuperar completamente su reputación después de este episodio hasta su retiro en 1994. A pesar de aquello, hoy en día es recordado, para algunos, como el mejor base de la historia de la NBA compitiéndole a Magic Johnson y Stephen Curry. Un legado imborrable.

“No habríamos sido capaces de ganar seis campeonatos si no nos hubiéramos enfrentado y curtido antes contra los Detroit Pistons”, reconoció ‘Air Jordan’ con el correr de los años en innumerables entrevistas, reportajes y documentales. Los libros de historia no saben de odio y, a fin de cuentas, los ‘Bad Boys’ siempre serán recordados como uno los mejores equipos que jamás se han visto en la NBA y quién sabe si la estrella de los Bulls hubiera llegado a tal nivel si no hubiera sido maniatado por Thomas y compañía.