Rodrigo Vega

Crítica de Teatro: Cía La Trompeta regresa con obra de pausada musicalidad en sus diálogos

08 noviembre 2022 | 16:55

Aunque no es primera vez que en una obra uno o más personajes reclaman plena libertad para tomar decisiones radicales, el diálogo confrontacional que a veces emerge en “La felicidad de las tórtolas” nunca pierde la suavidad de los afectos mutuos ni la musicalidad en las palabras.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Esta última arista, que está presente también y con más fuerza en “Arrau, el otoño del Emperador” de la misma dramaturga Ximena Carrera, se adecúa bien a Castro, un hombre joven de apariencia leve, cuya intimidad espiritual se mueve al ritmo de pausas reflexivas y reacciones tensamente aceleradas.

Una expresividad con la que busca exigir a la escritora para que concluya la obra, cualquiera sea su desenlace, única manera de salir de la incertidumbre en que se encuentra como personaje-protagonista.

Sin embargo, a medida que la conversación serpentea, la obra va descubriendo otros ingredientes: que la valla insalvable entre el deseo de Castro de construir su propio destino no radica sólo en la voluntad de la dramaturga.

El joven le enrostra sin compasión que está en un claro período de falencia creativa que intenta ocultar y que es incapaz de terminar el proyecto, una situación de debilidad que ella reconoce y la conmueve.

Realidad y ficción

La flexible dinámica de los diálogos en la escritura de Ximena Carrera es un factor fundamental que le garantiza al director Sebastián Vila un soporte sólido donde apoyar el trabajo de la cia. La Trompeta que ambos fundaron y que vuelve después de cinco años sin actividad grupal.

Desde esta posición recurre a un conjunto acotado de movimientos escénicos para orientar la obra fortaleciendo los momentos de intimidad que predominan, e incluso, cuando se hace presente el humor y cierta extravagancia.

El encuentro de naturaleza irreal entre autora y personaje en un lugar concreto como es el café, le permite al director jugar también con la ficción y ciertos espacios de realidad cotidiana.

También sugiere una reflexión de la dramaturga consigo misma, ese mecanismo de auto interpelación que parece necesario cuando se atasca el ingreso a la fase autocrítica-creativa.

Tal vez, a eso se deba la opción de exponer de manera diferente las expresiones corporales de ambos, contradiciendo los estereotipos, para aludir al derecho de construir su propio destino versus vivir roles impuestos.

Como también jugar en cada embestida de la conversación con conceptos complejos sobre vida, muerte, libertad y destino, o cuando uno quiere saber qué piensa el otro o cómo pensaría-que haría si estuviera en una situación similar.

Ella quiere saber por qué Castro busca el suicidio; él, por qué la dramaturga no quiere concluir la obra… Y, por supuesto, darse cuenta qué sentido de vida hay detrás de cada una de esas posturas.

Opciones corporales

Así, Castro (el actor Felipe Zambrano) nunca abandona la sugerencia de estar en una nube inestable, con su cuerpo algo recogido, como abrazándolo y cuidándolo, elaborando en el aire el movimiento y relacionándose con delicadeza con todo lo que dice y hace.

Se agrega el maquillaje blanco a las partes del cuerpo a la vista y, especialmente, en su rostro, sello que otorga a la mirada densidad y lejanía, cierto misterio y convicción al interior de una entidad corporal elusiva.

La felicidad de las tórtolas

Distinto es el compromiso del personaje-dramaturga: la actriz juega con esos movimientos desplegados, a veces, ampulosos que identifican a las personas seguras de lo que hacen, incluso, más amplificados en momentos de desesperación y zozobra.

Más allá de todo esto, y sin importar si es ficción o realidad, en la obra flota la sensación que sugiere su título, de aludir a un buen refugio, aunque sea circunstancial, para cobijarse.

Que todo ser vivo necesita “La felicidad de las tórtolas”, es decir, esos momentos de inconciencia, de no pensar ni tener que decidir nada: ser como las aves que no tienen nada más que vivir. Libres.

La felicidad de las tórtolas

Dramaturgia: Ximena Carrera
Dirección: Sebastián Vila
Elenco: Felipe Zambrano y Ximena Carrera
Diseño integral: Gabriela Torrejón
Fotografías: Rodrigo Vega
Produce: Compañía La Trompeta

Taller Siglo XX
Ernesto Pinto L. 191.
Jueves a domingo, 19.00 horas.
Entrada general $ 6.000; estudiantes $ 4.000; jueves populares $ 3.000.
Hasta el 13 noviembre 2022.