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Tragedia en Las Vizcachas: el mortal accidente en la Fórmula 3 que enlutó al deporte chileno

02 noviembre 2025 | 10:45

El rugido de los motores, el fervor del público y la emoción de una carrera que prometía ser memorable se transformaron en tragedia aquel sábado 26 de septiembre de 1987, cuando Sergio Santander Benavente, una de las figuras más prometedoras del automovilismo chileno, perdió la vida en plena competencia de la Fórmula 3 en el autódromo de Las Vizcachas.

Hijo del exdirigente y otrora presidente del COCH, Sergio Santander Fantini, el joven piloto ariqueño había iniciado su pasión por el automovilismo a los 12 años, destacando desde temprano por su talento y su temple al volante.

En 1977 fue becado, junto a Eliseo Salazar, para competir en Argentina, y ya en 1981 conquistaba el campeonato nacional de Fórmula 4, consolidándose como una de las grandes promesas del deporte tuerca chileno.

En 1982 logra correr a nivel internacional cuando disputa las 12 horas de Sebring. Además incursiona en una categoría naciente: la Formula 2 Codasur.

A partir de 1984 compite en la Fórmula 3 nacional, pero por falta de auspicios no compite en 1986, volviendo recién en 1987.

Ese año, Santander se integró de manera permanente al equipo J&B Whisky, con un auto competitivo y con la madurez de un piloto que sabía que ese año podía consagrarse campeón. La Fórmula 3 vivía un auge de popularidad, ya que las carreras se transmitían por TVN, los nombres de pilotos como Bacigalupo, Horta, Alcalde y Santander eran conocidos por todo el país, y las tribunas se llenaban de fanáticos.

Sin embargo, el brillo de la categoría contrastaba con una preocupante realidad y era que la seguridad de los pilotos había quedado relegada.

Aquel 26 de septiembre, en la octava fecha del campeonato, Santander partió desde la sexta posición. Desde la primera vuelta se lanzó con su habitual agresividad a escalar posiciones, decidido a defender su liderazgo en la clasificación general.

En la vuelta 15, un trompo provocado por una mancha de aceite lo relegó al octavo puesto, pero su espíritu combativo lo llevó a remontar. Para la vuelta 22 ya se encontraba cuarto, y en la 31 protagonizaba una intensa disputa por el tercer lugar con Gonzalo Alcalde.

Fue en la recta principal, a más de 190 kilómetros por hora, donde todo cambió para siempre. Los autos se engancharon en plena aceleración y ambos se estrellaron violentamente contra el muro de contención.

Primero, Ridolfi; segundo, Torres. El tercer lugar para… ¡para, para, para! ¡Caramba! ¡Tremeeendo! Tremendo el choque entre Santander y Alcalde. Fue realmente dramático lo que hemos visto, señoras y señores. Allí se fueron frente a una de nuestras cámaras”, así relató Pedro Carcuro el momento que paralizó a todo un país deportivo.

La transmisión en vivo mostró escenas que el país entero nunca olvidaría. El coche de Santander completamente destrozado, los asistentes y pilotos corriendo desesperados, y un relato en la voz temblorosa de Michael Müller que reflejaba la magnitud del drama.

Durante 35 minutos se luchó por sacar al piloto de entre los fierros retorcidos. Santander fue finalmente trasladado en helicóptero a la Clínica Las Condes, pero sufrió un paro cardíaco en el trayecto y falleció a causa de las graves lesiones. Tenía solo 27 años. Su rival en pista, Gonzalo Alcalde, sobrevivió con heridas graves.

Horas antes de la carrera, en una frase que hoy resuena con un eco trágico, el deportivamente conocido como ‘El Loco’ le había dicho a su amigo Carlos Capurro: “Soy campeón o me mato…

La noticia conmocionó al país entero. La última muerte en Las Vizcachas había ocurrido 11 años antes, en 1976, y el fatal accidente marcó un antes y un después en la historia del automovilismo chileno.

En la carrera final de esa temporada se descubrió un monolito en su memoria, con una cita de Juan Manuel Fangio que resume el espíritu del piloto: “Los cobardes ven la muerte muchas veces, los valientes una sola vez”.

Desde 1988, la Fórmula 3 Chilena entrega el Premio Sergio Santander a la caballerosidad deportiva, y el autódromo de Arica, su tierra natal, lleva hoy su nombre.