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La carrera presidencial ha estado marcada por campañas de desinformación en redes sociales. Diferentes usuarios masifican noticias y videos falsos, buscando atentar contra algunos de los candidato/as. Pero, ¿Quiénes están detrás de estas redes? Se trata de bots automatizados y, en algunos casos, grupos organizados que, ya sea por simpatía o financiamiento, operan en las sombras.

De hecho, un reportaje de CHV Noticias reveló que algunos usuarios de X e Instagram, aprovechando el anonimato que ofrecen estas plataformas, formaron grupos y se dedicaron a perjudicar la reputación de las candidatas Evelyn Matthei y Jeannette Jara.

Cabe mencionar que la abanderada de Chile Vamos, hace algunas semanas, anunció una querella contra “un grupo de matones” por la que denominó como “una campaña sucia” en su contra: diferentes cuentas acusaban que padecía Alzheimer. Sin embargo, se retractó.

Frente a esta amenaza contra la información, en el Expreso Bío Bío nos comunicamos con el académico de la Universidad Diego Portales y experto en desinformación y política digital, Marcelo Santos, quien explicó que “hay operaciones más automatizadas y operaciones más individuales o colectivas, pero remuneradas, o no, también”.

En cuanto al caso revelado por el reportaje antes mencionado, Santos sostuvo que es “propiamente de alguien que es un militante, que tiene simpatía y que tiene una actividad por una cuestión ideológica”.

Sin embargo, agregó que “hay otros tipos de acciones, automatizadas o coordinadas, que pueden ser con actores automatizados, los bots, que tienen un comportamiento repetitivo y programado a partir de una cierta agenda. Por ejemplo, siempre que cierto candidato publica algo, le pongo ‘me gusta’, lo retuiteo, o lo contrario, le pongo alguna palabra fea”.

“También están algunos actores intermediarios, que son los cyborgs, que son personas contratadas con una cierta agenda y tienen un comportamiento parecido con los bots”, agregó.

En este último grupo, el experto señaló que pueden “aparecer milicias organizadas de personas que están por afinidad ideológica o por interés financiero, actuando de una forma para distorsionar la actividad en redes sociales”.

Por otra parte, al ser consultado sobre las consecuencias de estas prácticas, el académico planteó que “el que más pierde en eso, en general, es el aspecto democrático, porque necesitamos información confiable (…) Cuando tengo la inflación de ciertos temas o ciertas personas, o el apoyo a un tema o persona, o del odio o de la crítica de cierta persona a cierto tema, pierdo por ese lado”.

Además, afirmó que, “en términos jurídicos, es un área bastante gris, es muy difícil hacer un juicio, como lo planteaba Evelyn Matthei, y es muy difícil de detectar -(por la) confidencialidad- de dónde viene la información, de dónde viene la actividad de estas cuentas organizadas”.

En ese sentido, sostuvo que “sin la ayuda de los medios (X, Instagram, etc.) es muy difícil obtener la trazabilidad hacia la autoría de esas cuentas”.

De hecho, Santos manifestó que lo anterior podría ser posibles “a partir de la denuncia de alguien que viene desde adentro. De esa forma, uno puede llegar”.

También, el experto en desinformación detalló que “las plataformas no tienen un estímulo legal, no están reguladas, no tienen la obligación de colaborar con la justicia”.

Por lo mismo, añadió que “la persona o el grupo de interés que está siendo perjudicado por un cierto tipo de acción, en general, no logra conseguir mucho”.

Pese a lo anterior, planteó que, “en general, las leyes en el mundo, en temas de libertad de expresión, es un derecho asegurado en la mayoría de las constituciones, pero está bajo otros derechos”, haciendo referencia y rebatiendo a quienes defienden este tipo de prácticas.