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Alfred Bernhard Nobel murió en San Remo, un pequeño poblado de la costa ligur en Italia, el 10 de diciembre de 1896. El inventor sueco había nacido en Estocolmo y creció en una familia marcada por los vaivenes económicos de las industrias de su padre, Immanuel Nobel.
Del descubrimiento a la dinamita
Tras la quiebra familiar, los Nobel se trasladaron a San Petersburgo, donde Immanuel levantó una fábrica para el ejército del Zar. Alfred comenzó a viajar por Europa y Estados Unidos a los 17 años. En París conoció a Ascanio Sobrero, creador de la nitroglicerina, un explosivo potente pero extremadamente inestable.
Alfred inició entonces una serie de experimentos para hacerla más segura mientras la empresa familiar enfrentaba nuevas crisis que los llevaron de vuelta a Estocolmo.
En 1864 una explosión mató a su hermano Emil y a varios trabajadores, lo que obligó a trasladar sus operaciones fuera de la ciudad. Tres años más tarde, Nobel mezcló nitroglicerina con un material poroso y logró un compuesto estable que solo detonaba con mecanismos eléctricos. Así nació la dinamita, un invento que lo llevó a instalar más de 90 fábricas y laboratorios en 20 países.
Nobel vivió en Hamburgo, luego en París y finalmente en San Remo, donde murió. En su testamento ordenó que su fortuna financiara un fondo cuyos intereses premiaran cada año a quienes aportaran beneficios a la humanidad.
Pese a las protestas de sus familiares y las objeciones legales de varios países, la Fundación Nobel se constituyó y desde entonces entrega los premios cada 10 de diciembre, aniversario de su muerte.
En este video, Nibaldo Mosciatti narra la historia detrás del creador de la dinamita, Alfred Nobel quien murió el 10 de diciembre de 1896.