Ética y transparencia de BioBioChile
“Don Serapio. Humor y Canas”, que editó Random House, reúne una selección de las viñetas publicadas a lo largo de diez años por Karlo Ferdon (@donserapio ), en distintos medios.
Carlos Fernández Donoso, el hombre tras Karlo Ferdon, es antofagastino. Estudió diseño gráfico e hizo la práctica en “El Mercurio” de Antofagasta. “Al terminarla, le planteé al Director hacer chistes en la página editorial, con temática local, porque los que se publicaban venían de Santiago”. Y ahí partió su carrera.
Todo esto lo cuenta en conversación con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio.
“Cuando me vine a Santiago, empecé a golpear puertas y siempre me preguntaban si no tenía un personaje, porque la gente se encariña con ellos”, relata. Y así nació Don Serapio, que empezó a ser publicado en el diario “La Hora”.
“Quería darle aspecto de tira cómica antigua, más universal porque no hay que traducirla”. Al principio solo estaban Dion Serapio con su perro Toconao. Luego se sumaron Doña Ester, esposa de Don Serapio; la Tía Flora; Hilario; Gertrudis (“un alma libre”) y el archienemigo del protagonista: Morfeo. “Porque Don Serapio ya tiene ochenta y siempre”.
“Yo siempre fui fanático de Charles Shulz (creador de “Peanuts”, protagonizado por Charlie Brown). Allí hay solo niños. Yo hice al revés: acá hay solo gente mayor”. A su vez, para la tía Flora “me basé en doña Clotilde con don Ramón”.
“Es un tema a tratar porque en la vida uno no piensa mucho en la muerte. Este es un homenaje a la tercera edad. Hay ternura, humor negro. La vejez ya no es sinónimo de estar enfermo. Las mujeres tienen actividades sociales, las parejas van de viaje. Cuando niño tuve una relación muy cercana con mis bisabuelos. Fueron bien longevos. Mis papás, que trabajaban, me dejaban a mí y a mi hermana con mi abuela materna y ella iba a cuidar a sus padres. Mi bisabuela casi llegó a los 100”.
“Siempre fui un viejo chico. Me gustaba estar con los mayores. Era bueno para escuchar; miraba lo que hacían. Al principio no fui consciente que mi infancia me había marcado”.
“Me empezaron invitar harto a fundaciones. Me empecé a educar a través de ellos también. Con el edadismo, que no se les dice tata, ni abuelitos. Todos los años empecé a hacer calendarios de pared. Un año hice uno de los tipos de abrazo y fue un bombazo. Me llegaban actividades de adultos mayores en Colombia y también de España (donde publicó en una revista). Saqué un libro de Tipos de abrazos, en diciembre del año pasado”.