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6 frases dañinas que los padres dicen a sus hijos sin darse cuenta

29 junio 2021 | 15:32

La mayoría de los padres busca el bienestar de sus hijos y hacer lo mejor posible para ellos, por lo mismo, jamás los dañarían a propósito. No obstante, muchas veces sin proponérselo o por desconocimiento pueden hacerlo.

El cansancio, la frustración, la falta de herramientas psicológicas o el trato aprendido en sus propias infancias, pueden llevar a que algunos cometan errores que tienen un costo emocional para sus hijos.

En este sentido, los expertos llaman a reconocer algunas frases potencialmente dañinas a las que suelen recurrir los adultos sin darse cuenta del impacto que pueden tener en los niños.

Ojo, no se trata de apuntar con el dedo o criticar a quienes lo hacen, sino de ser más consciente de cómo las palabras que pueden parecer inofensivas podrían causar daño, especialmente cuando se hacen repetitivas.

A continuación puedes ver algunas de estas, recopiladas por el portal Huffington Post.

1. “No es para tanto”

Los niños suelen llorar o enojarse por cosas que a los adultos pueden parecerle irrelevantes. No obstante, cuando le dices a un pequeño que algo que lo frustró “no es para tanto” -aunque sea con buena intención para lograr que se anime-, lo que haces realmente es invalidar sus sentimientos que para él o ella son muy reales.

Amy McCready, educadora de padres y fundadora de Positive Parenting Solutions -además de autora de varios libros de crianza-, explica que “estos pequeños problemas, y las emociones que los acompañan, son realmente enormes para nuestros hijos. Cuando descartamos sus respuestas emocionales a desafíos muy reales, les decimos: ‘Cómo te sientes no importa’ o ‘Es una tontería tener miedo o desilusión"”.

Por eso, ella propone cambiar el foco y tratar de entender las cosas desde la perspectiva del niño. Por ejemplo, decir algo como “Pareces realmente asustado (frustrado, triste o decepcionado) en este momento. ¿Deberíamos hablar de eso y averiguar qué hacer?”. Esto los ayuda a etiquetar sus emociones, que es una parte importante del desarrollo de la inteligencia emocional y también les muestra que estás ahí para él o ella.

2. “Nunca” o “Siempre” haces esto.

Aunque es probable que tu hijo tenga algunos patrones de comportamiento, no está bien decir “siempre haces eso” o “nunca haces eso” porque realmente no es así.

Este tipo de afirmaciones tan amplias son una señal de alerta de que has dejado de sentir curiosidad por lo que está sucediendo en este momento particular con tu hijo, según Robbin McManne, fundador de Parenting for Connection. “Pierdes la oportunidad de enseñarle lo que debe y lo que puede hacer la próxima vez”, dijo McManne.

Por lo mismo, recomienda averiguar por qué tu hijo tiene ese comportamiento en particular en el momento determinado. Algo que ayuda es acercarte a tu hijo en ese momento y hablar con él, no gritarle.

3. “Me da pena cuando haces eso”

Aunque te moleste o agobie cada vez que tu hijo no te escucha o te desobedece, es importante que establezcas límites sin poner tus emociones de por medio. Esos son tus sentimientos, no los de él o ella, por lo que no debes responsabilizarlo por eso. Además, con afirmaciones como esas sientas un precedente potencialmente peligroso.

“Cuando los niños sienten que pueden decidir si tú estás feliz, triste o enfurecida, es posible que aprovechen la oportunidad para seguir presionando esos botones en el futuro”, dijo McCready. “E incluso cuando están fuera de casa, esta mentalidad puede dañar las relaciones futuras y preparar el escenario para que manipulen a los demás para obtener lo que quieren”.

Por lo mismo, McCready recomienda establecer límites sin mencionar tus emociones. Por ejemplo: “No está bien saltar en los sofás” y luego dar opciones: “¿Prefieres jugar tranquilamente aquí o ir a otro lado?”.

4. “Deberías saberlo”

Cuando le dices esto, sólo invocas a la culpa o la vergüenza para que tu hijo cambie o se esfuerce por algo. Pero lo que consigues es ponerlo a la defensiva y socavar su confianza, advierte McCready.

“Si les decimos a nuestros hijos que ‘deberían saberlo’, pero claramente no lo hicieron, les estamos enviando el mensaje: ‘Eres demasiado tonto / inmaduro para tomar una buena decisión’. No es exactamente lo que pretendíamos”, agregó.

Por lo mismo, McCready sugiere decir algo como “¡Mmmm, parece que tenemos una situación aquí! ¿Qué podemos hacer para solucionarlo?”. Con esto, te centras en la solución y no en el problema. Además, así ayudas al niño a trabajar en la resolución de conflictos y corregir sus propios errores, para que la próxima vez decida mejor.

5. “Mejor yo lo hago”

Cuando estás apurado y te desesperas porque pareciera que tu hijo demora una eternidad en una tarea simple, puede que tu primera reacción sea tomar el control y hacerte cargo tú, pero no es una buena idea.

“Le estás diciendo a tu hijo: ‘No eres capaz de esto, así que necesito involucrarme’. Esto es a la vez desalentador y realmente frustrante. Imagínate si estuvieras muy cerca de poder hacer algo y solo necesitaras algunos intentos más, pero luego viene otra persona, se abalanza y te para en seco”, señala la experta.

Por lo mismo, McCready recomienza bajar la velocidad y darle a tu hijo el tiempo que necesita para completar la tarea y si no hay tiempo, al menos aclara por qué tienen que apurarse. Di algo como: “Te ayudaré solo esta vez, ya que llegamos muy tarde, ¡pero trabajemos juntos en esto después!”

6. “Eres tan (cualquier etiqueta)”.

MacManne asegura que una de las cosas más valiosas que los padres pueden hacer por sus hijos es evitar etiquetarlos.

Él explica que las etiquetas dañan la relación entre padres e hijos porque obstaculizan su desarrollo. Los padres comienzan a vincular ciertos comportamientos con cualquier etiqueta que le hayan dado a su hijo, en lugar de profundizar y realmente tratar de comprender lo que está sucediendo en el desarrollo, asegura.

El experto indica que las etiquetas también tienen el potencial de volverse autocumplidas. Si los niños escuchan repetidamente que son de cierta manera (flojo, irresponsable, tonto, porfiado), pueden aceptarlo como cierto incluso si en un comienzo no lo creían.

Hasta las etiquetas que parecen positivas como “¡Eres tan inteligente!” pueden ser contraproducentes, plantea McCready. “Cuando decimos ‘eres tan inteligente’ o ‘eres tan atlético’, le decimos a nuestro hijo: ‘La única razón por la que te fue bien en esa prueba es porque naciste inteligente’ o, ‘No lograrías esa meta si no fuera por tu habilidad natural’. Es más, si nuestro hijo falla la prueba la próxima vez, se quedará confundido y desanimado, cuestionando su propia habilidad. Si son tan inteligentes, ¿por qué fallaron?”, ejemplifica la experta.

Por lo mismo, recomienda destacar y aplaudir el esfuerzo más que los resultados, además de hacer todo lo posible para evitar poner cualquier etiqueta a tu hijo o hija.