En 1847, en los pabellones del Hospital General de Viena, una tragedia desafiaba a la ciencia: miles de madres morían de fiebre puerperal, un enigma que hacía que las mujeres temieran dar a luz allí. Ignaz Semmelweis, doctor del centro hospitalario, estudió el caso y notó que el ala atendida por parteras tenía una mortalidad mucho menor que la sala a cargo de los estudiantes de medicina. Dedujo que los médicos transmitían “partículas invisibles” y ordenó una medida simple: el lavado de manos con solución clorurada.
La tasa de mortalidad se desplomó del 18% a menos del 1%. A pesar de este éxito rotundo, la comunidad médica rechazó su descubrimiento, lo que llevó a su despido. Hoy, su gesto es un pilar de la medicina moderna.
La historia de Ignaz Semmelweis refuerza que la higiene no es solo un hábito, sino una revolución. Actualmente, la batalla por el saneamiento y el agua limpia continúa: en Latinoamérica, el 50% de las personas carece de acceso formal a servicios sanitarios y el 25% no tiene agua potable. Esta realidad cobra la vida de 21 niños menores de 5 años cada día por enfermedades diarreicas evitables.
Por ello, el 15 de octubre se conmemora el Día Mundial del Lavado de Manos, que busca generar conciencia sobre la importancia de este acto, y la relevancia de contar con una infraestructura necesaria.
En ese contexto, en 2022, Softys junto a Techo crearon la alianza Softys Contigo. A través de este programa buscan llevar soluciones concretas de agua y saneamiento a comunidades vulnerables.
Desde su creación, han construido baños unifamiliares y comunitarios, además de proyectos de acceso a agua potable, con lo que han beneficiado a más de 37 mil personas en 128 comunidades de 51 ciudades en los 8 países donde operan, con la finalidad de alcanzar 60 mil beneficiarios para el 2026.
Una evaluación de resultados realizada por Techo mostró que el 92% de las personas que han sido beneficiadas con estas instalaciones reporta una mejor calidad de vida y el 76% percibe un beneficio en su salud. Además, 9 de cada 10 personas afirman que estas soluciones sanitarias les han brindado más tiempo para estudiar o trabajar.
Kellyn Piña, del campamento de Lampa, en Santiago de Chile, expresó que “ahora puedo criar a mis niñas con más cuidado y esperanza”. En esa misma línea, Claudia Ochoa, de Altamira, en México afirmó que “pasamos de que mis niños vayan al baño en una bolsa a tener un baño de verdad”.
Desde la alianza, afirmaron en un comunicado de prensa que “ojalá el heroico descubrimiento de Ignaz Semmelweis no solo se mantenga en la historia, sino que se convierta en una realidad cotidiana y en una verdadera revolución”.